Pedro García Aguado, en una imagen promocional.

Pedro Francisco García Aguado (1968, Madrid) tiene un currículum tan extenso como sus logros profesionales y personales. De ser un jugador de waterpolo, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, pasó a ser uno de los rostros más populares de la televisión gracias a Hermano Mayor, un programa que trataba de ayudar a adolescentes conflictivos. Tras esta aventura televisiva, Aguado ha llevado a cabo varias iniciativas sociales y ha publicado varios libros dirigidos a familias con problemas de convivencia. Ahora se enfunda en su traje de conferenciante y llega a Ibiza hoy para impartir, junto al exprofesional del grupo de delitos telemáticos de la Guardia Civil, Ángel Avilés, el evento No + odi, una jornada dedicada a la prevención del acoso escolar y el ciberbullying.

— El acoso escolar puede abordarse desde muchas esferas y una de ellas es la realización de charlas educativas dirigidas a los alumnos. ¿Cómo se abordará hoy esta problemática? ¿Se tratará el tema desde un enfoque diferente?
— Por supuesto. Primero me gustaría decir que me hubiese encantado dedicar otra jornada formativa dirigida a los padres, especialmente para aquellos que están sufriendo esta lacra social porque tienen hijos acosadores o niños que son víctimas de acoso. Pese a toda la información que existe, hay muchos padres que, incluso pasados nueve meses, siguen sin saber la realidad que está viviendo su hijo. Ojalá pronto se pueda hacer. De momento, estoy muy comprometido con el acto de hoy y sé que será especial.
Claro que se tratará desde un enfoque distinto. Lo que diferenciará esta charla de otras es, sobre todo, la interacción con los alumnos. Quiero saber qué base tienen, qué saben sobre el acoso escolar, cómo lo viven y lo sienten. Quiero saber si tienen propuestas de mejora para prevenir el acoso escolar. Quiero que participen, que sea una charla participativa.

— Está claro que la interacción es una manera de mejorar el compromiso de los estudiantes en una charla formativa tan importante como ésta…
— Es uno de los objetivos. Además de saber qué grado de conocimiento tienen sobre el tema, creo que tienen que ser valientes y compartir con el resto de los presentes todos los casos de acoso que ellos conocen. Tienen que saber qué papel juegan, si son observadores pasivos, cómplices… si son capaces de advertir una situación de conflicto. Es muy importante saber qué grado de sensibilidad y conocimiento poseen los alumnos.
Con todos los casos de bullying que existen hoy en día parece que las campañas de sensibilización contra el acoso escolar son insuficientes. ¿Cómo conseguirá que los alumnos salgan más concienciados de la charla?
Es necesario un cambio de chip. Tenemos que educar para el futuro. Ellos realmente no entienden el alcance de sus actos, la repercusión que pueden llegar a tener. Ellos solo ven que es divertido, que se ríen, no están viendo la cara de sufrimiento de su víctima. Por eso, es tan importante el tema de la sensibilización. Quiero que abran los ojos y, por este motivo, quiero mostrarles durante la jornada de formación el proyecto Formación Educación y Sensibilización (FES). Es un vídeo impactante que relata historias de personas que han sufrido acoso y han decidido acabar con sus vidas. Estas imágenes te enseñan a responsabilizarte de tus actos, todos los actos tienen consecuencias. Este vídeo generará más de un latigazo seguro.

— Pese a las innumerables ponencias formativas sobre acoso escolar que hay dirigidas a los alumnos, a las familias y a los equipos docentes, ¿por qué cree que continúan estas estadísticas tan elevadas de acoso escolar? ¿dónde radica realmente el problema?
— Todo es un problema de educación. Sin ir más lejos, en Finlandia desde Primera reciben formación integral de lo que es el acoso. Son los propios alumnos los que erradican comportamientos más agresivos. Esta formación funciona. Además, la complementan con protocolos de actuación en los centros. Lo más importante es anticiparse a los conflictos. Por ejemplo, en algunos centros de Madrid han implantado un cuestionario para conocer qué estudiantes son más proclives a hacer bullying. En ese cuestionario se les pregunta por sus familias, sus inquietudes, sus experiencias…

— Entonces… ¿considera que todas las personas que cometen acoso escolar o ‘ciberbullying' comparten ciertos patrones?
— Creo que sí se repiten patrones. Lo que tú ves en casa, lo que tú recibes fomenta este tipo de comportamientos. Padres divorciados, familias desestructuradas, poca atención en casa… todo influye. Por eso siempre he dicho que los acosadores son verdugos, pero también son víctimas y hay que ayudarlas. Yo, por ejemplo, en un momento de mi vida fui víctima de acoso y sufrí varias amenazas, pero también tuve comportamientos de una persona acosadora. Influyó mucho el contexto que estaba viviendo en ambas etapas. Este tipo de jornadas son importantes porque pueden ayudar a esos chicos antes de que empeore la situación.

— Por supuesto que es muy importante el papel de los padres frente al acoso escolar pero, ¿qué rol juega entonces la formación educativa en la prevención, detección e intervención del bullying?
— Un rol esencial. Los centros educativos tienen mucha responsabilidad. En los colegios debería empezar esa formación integral de la que hablaba antes. No obstante, eso no sucede. Muchos centros se llenan la boca contra el acoso, pero la realidad es que no están preparados para afrontar estas situaciones. Por este motivo, tapan los hechos, no quieren transmitir una mala imagen, no quieren que salga a la luz. Lo que no puede ser, por ejemplo, es que sean las personas acosadas las que se tengan que cambiar de centro. Las escuelas tienen que empezar a sensibilizar al alumnado de una vez. Para eso están los equipos pedagógicos profesionales, para tratar este tipo de problemáticas.

— Y por si fuera poco, desde hace unos años los estudiantes tienen que lidiar con el ‘ciberbullying', una práctica con la que aumenten los casos de acosos y la gravedad de los mismos.
— Totalmente. Las tablets, los móviles… son herramientas tecnológicas demasiado potentes. Los padres tienen que guiar a los hijos; no pueden utilizar un móvil sin ningún tipo de supervisión. Es importante compartir conocimientos con los padres. Por ejemplo, muchos de ellos no conocen la plataforma Onlyfans. Algunos chavales están vendiendo desnudos, tienen incluso suscriptores y los padres no lo saben. Por eso, deberían asistir a charlas formativas sobre el uso de las redes puesto que se publican barbaridades.
Hay que estar muy atento a los comportamientos de los hijos. Yo recuerdo una vez que mi hija, cuando era más pequeña, hubo un día que me pedía la tablet cada cinco segundos, un comportamiento que me pareció algo extraño. Esto fue lo que me hizo saltar las alarmas. Le pregunté y es que estaba enzarzada con una compañera de clase. Fue esencial la comunicación entre ambos para que me lo dijera. Hay que hablar con ellos sin invadir su intimidad, facilitarles que nos pidan ayuda porque nunca son cosas de niños.

— En varias ocasiones ha comentado cómo pasó de estar en el cielo a caer al infierno por culpa de la adicción a las drogas. Si cierra los ojos, ¿qué recuerda de aquella etap? ¿Algún sentimiento que nunca antes haya compartido?
— Recuerdo el agua, esos momentos de piscina, eran solo míos, de nadie más. Era el único momento que no sentía que mi vida era una mierda. Aprendes a aislarte, es fácil caer en las drogas, a cualquiera le puede pasar. Yo era un chico de familia normal, estructurada que no supo adaptarse a los cambios. Sufrí amenazas y eso generó mucha rabia hacia todos, especialmente hacia mi madre porque se fue. Ahora, con la distancia la entiendo, pero en aquel momento no. Con los años descubres que es más importante la lectura que haces de lo que pasa, no lo que te ha pasado. Afortunadamente siempre he tenido mucha capacidad de esfuerzo y sacrificio. Gracias a estas dos cualidades conseguí sobreponerme y ayudar a los demás.