Centro de Salud de Sant Antoni
José Gonzalez es el coordinador del centro de salud de Sant Antoni. Celebraba este cambio en la estrategia de vacunación de «captación activa», tal como lo define el doctor. «Ahora los profesionales tomamos un papel determinante aconsejando directamente a nuestros pacientes. No solo les aconsejamos sino que llevamos a la práctica el consejo de manera instantánea: un paciente llega esta mañana a la consulta, hablamos de la vacuna y cuando sale del centro de salud ya está vacunado», explicó González.
Esto mismo le pasó este jueves con una paciente con la que se encontró en los pasillos. El coordinador del centro precisó que «de 11.00 horas a 13.00, cualquier día, cualquier persona puede venir aquí y ponerse la vacuna», y enfatizó en el mensaje de que «da igual si es la primera dosis o la segunda o si es una persona que en principio no quería vacunarse y ahora ha decidido que sí».
El perfil de paciente que se está acercando a este centro de salud, alrededor de medio centenar de personas diarias, es de todas las edades y perfiles, aunque González pone el foco en que «nos ha llamado la atención que casi un tercio de la población que está viniendo son de entre 12 y 18 años. Esto quiere decir que la juventud está tomando conciencia del problema y está accediendo a la vacunación».
González explicó su secreto a la hora de convencer a quienes todavía no lo están respecto a la vacuna: «Los mensajes que hacen cambiar la percepción de la gente viene de quien tiene confianza plena. La confianza plena en el personal sanitario hace que cuando hablamos de la vacuna sigan nuestro consejo, no es un influencer de Tik tok ni un supuesto científico de la tele».
Recién vacunados
Claudia Costa se inoculó este jueves la primera dosis de Pfizer en el centro de salud de Sant Antoni. Tiene 13 años y se acercó a este centro sanitario acompañada de su madre, Mercedes Suero. Claudia reconocía que, «al principio no me fiaba mucho, pero finalmente estoy convencida». Las razones que esgrimió la joven son claras «para no arriesgarme ni yo ni poner en riesgo a los demás».
Mercedes justificó la falta inicial de confianza que tenían hacia la vacuna, «era por las noticias sobre los efectos secundarios, que decían que perjudicaba a la piel y los riñones, o porque parecía que nos usaban de conejillos de indias. Además que Claudia es una persona de riesgo, es diabética».
Sin embargo, admitió que «al final nos hemos decidido, porque al fin y al cabo, los resultados están ahí y se ven». Costa explicó que, aunque la mayoría de su entorno ya se ha vacunado, sí que todavía tiene algún compañero, «no muchos», que, por el momento no tiene intención de vacunarse. «En realidad es porque sus padres no quieren que se vacunen», admitió Claudia.
«A la vista de la evolución está claro que recomendamos que todo el mundo se vacune», apuntó Mercedes, quien espera impaciente el momento en el que «nos podamos quitar las mascarillas de una vez».
En la cola del centro de salud de Sant Antoni también estaba este jueves Igors Devells, lituano de 38 años residente en Sant Antoni. Este jueves esperaba la segunda dosis de Moderna pacientemente en una sala de espera cada vez más llena. Afirmó que la vacunación es importante «para la salud de todos, para viajar y para poder retomar un vida normal como antes» y recordó que el virus «sigue siendo peligroso, por eso hay que vacunarse cuanto más mejor».
Agradeció haber podido ir al centro de salud «al lado de mi casa y poder haber venido sin cita». Aunque asumió que teme a los efectos secundarios «algunos amigos han estado un par de días con fiebre y hechos polvo y no tengo ningunas ganas de estar así», aunque asume estoico la posibilidad de que pueda sufrirlos.
Recinto Ferial
Por la tarde, sobre las 17.00 horas en el Recinto Ferial, había una veintena de personas esperando recibir su dosis. La mayor parte de quienes esperaban lo hacían en la línea de vacunación de Pfizer, la otra línea de vacunación, la de Moderna y para «los rezagados» de AstraZeneca, tal como describe un miembro del personal sanitario, está prácticamente despejada.
Pocos son los minutos que deben esperar quienes se acercan al Recinto Ferial, como es el caso de Hugo, y de Adrián de Dios, que pasadas las 17.00 horas de este jueves se acababan de inocular la segunda dosis de Pfizer.
Hugo, de 17 años, entiende que «por ignorancia o por miedo» haya algunos que todavía prefieran no vacunarse. Su miedo no va más allá de los posibles efectos secundarios que le pueda ocasionar esta segunda dosis, que «no me apetecía que me pincharan. Esperaba que, al haber pasado la enfermedad, no me la pusieran», aunque admitió que teme que estos efectos le puedan acabar estropeando la fiesta que tiene.
Los miedos de Adrián a sus 14 años no van más allá del miedo a las agujas, aunque «más miedo da el virus», reconoció con humor José, su padre.
1 comentario
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Primero se decía que teníamos que. Llegar al 70 por ciento de vacunados para alcanzar la immunidad de rebaño. Ahora resulta que dada la poca efficacia del tratamiento experimental quieren pinchar a todos sin hacerse cargo de lo que pueda pasar. Vaya timo!!!