Según explicó este sábado a Periódico de Ibiza y Formentera el dueño de la bodega Can Maymó, Antonio Costa, la primera que se ha recolectado es la uva de la variedad autóctona grec que dará origen a los blancos, mientras que estos días se está haciendo lo propio con la menut y con otra especie pitiusa, monastrell, y finalmente será el turno de la malvasía de los caldos tintos y rosados. Todo ello con una cuadrilla de trabajadores que se amplia cuando llega esta época. «Normalmente trabajamos en la bodega unas tres personas pero durante este mes, al ser un trabajo que hay que hacerlo rápido y que no es fácil, siempre contratamos personal que ya conoce el oficio de otros años».
Costa, quien reestructuró la bodega familiar en 1995 para plantar las primeras variedades de tinto en 1997 y de blanco en 2000, aseguró que en su bodega esta temporada será un poco más floja después de un buen año donde se produjo mucho vino. «El año pasado fue muy bueno con unos 30.000 kilos de uva recogida en las tres fincas familiares que tenemos en la carretera de Sant Mateu y en alguna otra más pequeña con las que mantenemos acuerdos de colaboración y por eso será difícil llegar a estas cantidades».
Toni Costa hijo, propietario de Can Maymó.
Sin embargo, aunque en este 2021 «la vid estará menos cargada y se dejará reposar a la parra para no estresarla», Costa aseguró que la calidad de los vinos de Can Maymó seguirá siendo «muy buena». Algo que ayudará «a que se siga potenciando el buen nombre y la popularidad que ya tiene el vino que se realiza en Ibiza».
Algo que según el dueño de la bodega es un aliciente y un incentivo. «La gente cada vez más se interesa por todo tipo de vinos, siendo además muy demandados en restaurantes de toda España, y eso supone una gran responsabilidad para seguir mejorando en nuestra producción y en nuestro resultado final porque ya no es como antes cuando prácticamente se consumía cualquier cosa».
Desgraciadamente, según Costa la situación tan dura que ha vivido el turismo, la hostelería y la restauración en Ibiza debido al coronavirus también ha pasado factura. «Como es lógico, hemos notado un importante descenso entre nuestros compradores y eso afecta directamente al vino rosado y al blanco que no se vende, ya que al no poderse guardar de un año para otro posiblemente lo tengamos que descorchar o acabar poniendo en el mercado a precios inferiores al que realmente merecen por su calidad».
El año pasado Can Maymó recogió unos 30.000 kilos de uva en sus tres fincas.
En este sentido, lamentó que el residente de Ibiza todo el año tampoco es un referente para poder salvar una cosecha. «Nos guste o no en Ibiza vivimos del turismo, de nuestros restaurantes y hoteles durante apenas unos meses, y después, la experiencia nos ha ido indicando que el ibicenco que se queda a vivir todo el año no es un nuestro principal cliente potencial ni nuestro público objetivo».
Pendientes del oídio
También ya se trabaja a pleno rendimiento en la bodega Can Rich. El pasado 2 de agosto ya empezaron a recolectar en su finca de Can Llaudis las variedades de malvasía y muscat para el vino blanco, y desde hace unos días en su finca de Can Rich las de chardonnay, tempranillo o merlot, originaria del sudoeste de Francia pero que se ha asentado muy bien en Ibiza. Con ello, su intención es terminar de vendimiar durante la semana que viene la variedad que se conoce como syrah, destinada a la producción de vinos tintos.
En total, la bodega que gestiona la ibicenca Stella González, tiene un total de 20 hectáreas de vid y otras 20 de olivo en la que trabajan unas seis personas durante todo el año con el asesoramiento de la prestigiosa enóloga Blanca Ozcariz Raventós. En sus plantaciones se apostó «desde las primeras siembras de 1995 y tras la posterior plantación de las vides en 1997 por aunar tradición y modernidad con un tipo de agricultura y producción donde la metodología de trabajo es cien por cien ecológica». De hecho, a día de hoy, es según explicó este sábado la propia González a Periódico de Ibiza y Formentera «la única» bodega de Ibiza que trabaja bajo este sistema de producción.
González aseguró que esta añada «tendrá una muy buena calidad y una muy buena acidez» aunque habrá menos cantidad de uva, «al menos un 60 por ciento que en 2020».
En las bodegas Can Rich ya se está trabajando intensamente para recoger la última uva blanca y tener todo terminado a principios del mes de septiembre.
Además, en su caso, su apuesta por lo ecológico, también ha provocado que se haya tenido que hacer una selección exhaustiva de cada planta para descartar que haya quedado infectado con un hongo que se conoce como oídio. «Es junto al mildiu la enfermedad más común de la vid, se desarrolla en temperaturas que oscilan entre los 20 y los 27 grados centígrados y una humedad relativa de entre el 40 y el 80 por ciento, y si no se controla bien pueden devaluar la calidad de la uva, complicando el proceso de vinificación al atacar a todos los órganos de la planta, y pudiendo llegar a provocar importantes pérdidas económicas en la cosecha», confirmó la propietaria de Can Rich.
Al igual que sucede con Can Maymó, aquí también tendrán que luchar contra los estragos del coronavirus en el sector de la restauración y la hostelería. «El vino de Ibiza ha ido adquiriendo un prestigio cada vez mayor por su buena calidad y por ser diferente y con una personalidad propia que no tienen los de la Península, pero ahora tenemos la incertidumbre de no saber como vamos a poder colocar la producción que hagamos y si tendremos que deshacernos de grandes cantidades como el año pasado».
No en vano, según Stella González, en el caso de su bodega sus vinos blancos y rosados son los más demandados en la isla de Ibiza durante el verano gracias a que los piden muchos turistas para acompañar sus comidas, pero también exportan mucho fuera de nuestras fronteras. En este caso, son sus vinos tintos los que tienen más éxito, habiéndose hecho un nombre en países como Bélgica, Holanda, Suiza, Alemania, Austria, Italia y sobre todo los países nórdicos. Incluso, su vino espumoso ha llegado hasta Japón.
Stella González y la enóloga Blanca Ozcariz Raventós.
Buen nivel de ventas
Por su parte, Ibizkus comenzó hace un par de días con la recolección de su uva blanca en las fincas de Buscastell. Según explicó el director de la bodega, Henrik Smith, comienzan por ellas «porque están en suelo arenoso y retienen más el calor» y posteriormente se continuará con las variedades de monastrell y cabernet sauvignon con la intención de poder terminar a mediados de septiembre. «Nosotros desde nuestra creación, en lugar de plantar nuevas viñas, hemos apostado por recuperar el patrimonio vitivinícola de Ibiza con parcelas que tendrán vides que posiblemente se plantaron hace casi un siglo, y por la recolección totalmente manual, lo que provoca que el proceso de recolección se prolongue más que con el resto de bodegas de la isla».
Actualmente, esta bodega ha conseguido aglutinar y gestionar unos 88 viñedos, distribuidos en algo más de 30 hectáreas. Esto provoca una producción y una recogida menor al resto. «Nuestras producciones por hectárea difiere mucho del resto ya que tenemos parcelas donde apenas recogemos unos 1.100 kilos de uva, sumando, en un año bueno, una media de 3.100 o 3.200 kilos».
Sin embargo, esto no afecta al éxito que está teniendo la bodega en los últimos tiempos y más concretamente con su última producción. «Está siendo un año realmente magnífico a nivel de ventas, gracias fundamentalmente al buen resultado que estamos teniendo en la Península donde gusta mucho nuestro vino rosado y con restaurantes de reconocido prestigio interesados por nuestra gama premium y por una uva monastrell que tiene una gran calidad al ser menos madura que la que se produce por ejemplo en Jumilla o Valencia». Incluso, según Smith, sus botellas de blancos elaborados a través de la variedad malvasía «se agotarán en apenas dos semanas».
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