La pieza aparece en la web del museo con un vídeo de unos doce minutos donde Mireia López, prestigiosa profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia, explica detenidamente su forma, su decoración y su importancia social en la cultura fenicio púnica.
Según López, estas navajas tienen su origen en Cartago y únicamente se han encontrado en cementerios del Mediterráneo occidental. Siempre formaban parte de tumbas de difuntos ya que se presupone que se usaban en el rasurado de todo tipo de vello, tanto de hombres como de mujeres, en el marco de rituales funerarios. De hecho, la pieza en cuestión llegó hasta Ibiza exportada desde Cartago.
Calidad excepcional
El Arqueológico Nacional considera esta navaja como «excepcional» dentro de las más de 180 que se han encontrado en Puig des Molins ya que normalmente no se decoraban y esta se realizó golpeando con un martillo la pieza conocida como buril.
Los dibujos, de clara influencia egipcia, aparecen en los dos lados. En uno, se puede ver con gran nivel de detalle una mujer con una capa larga hasta los tobillos, un vestido ajustado y una peluca de tipo egipcio, mientras toca el instrumento que se conoce como el Tambor de Marco, mayoritariamente femenino y que se empleaba en ritos funerarios de la cultura fenicio púnica al considerarse que tenía finalidades purificadoras.
En el otro lado hay dos registros. Según López en la parte superior se ha grabado también con gran nivel de detalle un halcón zoomorfo, que muy posiblemente refleje a Horus, el dios celeste de la mitología egipcia. Justo debajo de una línea sin decoración donde reposan sus patas se puede ver un animal, que aunque los expertos no han identificado, podría ser la diosa egipcia Bastet, que representa la protección, el amor y la armonía, considerándose la protectora de los hogares y los templos.
También llama la atención su mango en forma de cabeza de ánade, un ave palmípeda de plumaje denso, patas cortas y pico más ancho en la punta que en la base. La figura está muy estilizada y las alas aparecen grabadas tanto en la parte inferior como en la superior, donde se ha soldado una argolla «que presumiblemente serviría para colgar la navaja en un cinturón o en el cuello».
Su funcionalidad
Mireia López asegura en el vídeo que otro hecho diferenciador de esta navaja es que no tiene signos de uso lo que indica presumiblemente «que solo se empleara una vez, para rasurar el vello de la persona enterrada en la tumba y que, posiblemente, sería de alto rango en de la sociedad». De hecho, estas navajas «eran objetos de uso restringido, teniendo en cuenta el escaso número que se ha encontrado en relación con el total de tumbas y otros objetos funerarios conocidos».
Por último, la profesora explica que, a lo largo de los años, han surgido hipótesis sobre cual era su funcionalidad. Sin embargo, todas coinciden en que tenían un uso ritual y religioso ya que se han encontrado colocadas como ajuar funerario del difunto, tanto hombre como mujer, y junto a la cabeza. Incluso muchas presentan restos de tejido lo que supondría que se depositarían envueltas en alguna tela o saquito.
Mientras, hay quien piensa que, por su argolla, podrían ser amuletos o talismanes que se podrían colgar alrededor del cuello con un cordón y así servir de protección en viaje al más allá.
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