Pep Costa Torres, Presidente de la Asociación Profesional de Informadores Turísticos de Ibiza y Formentera. | Marcelo Sastre
La Asociación Profesional de Informadores Turísticos de Ibiza y Formentera (APITIF) cumple 30 años, 26 de los cuales ha estado presidida por Pep Costa Torres (Santa Gertrudis, 1957). El presidente de los guías turísticos oficiales de las Pitiusas representa a los profesionales que han obtenido el título avalado por el Govern balear y que figuran inscritos en el registro del Consell d'Eivissa.
Deja claro desde el primer momento que el intrusismo es uno de sus principales problemas, una circunstancia que precisamente les llevó a fundar en 1991 la APITIF, en la que se integran una treintena de guías autorizados que ejercen como autónomos y que se convierten en embajadores de las islas en cada excursión que lideran.
Nieto de payeses e hijo del mayoral de una finca de Fruitera en la que nació, a los dos años se trasladó con la familia a Can Negre porque su padre empezó a trabajar como portero de noche en el hotel Montesol. «A mi padre le gustaban mucho los idiomas y estudió unos años, por lo que pasó al puesto de jefe de recepción y más adelante fue el director del hotel Copacabana, en Los Molinos».
Fue ese interés de su padre por prestar un buen servicio y una buena atención a los turistas lo que posiblemente le llevó a realizar sus estudios en la antigua Escuela de Turismo de Ibiza, que arrancaba su trayectoria académica. Empezó a trabajar de guía en 1983, una época en la que había muchas más excursiones que ahora, pero también más dificultades para las agencias y los touroperadores, que eran los que contrataban a los guías, «pues tenían que localizarlos uno a uno, y no había muchos guías ni tampoco teléfonos móviles».
Por entonces ya existía el intrusismo en su profesión, aunque aún faltaban ocho años para la fundación de la asociación. «Nos dimos cuenta de que hacía falta organizarse y la fundamos. Al principio éramos ocho o nueve. Estábamos en los andenes del puerto de Ibiza y teníamos un teléfono fijo de referencia, donde teníamos a una persona de 6 a 8 de la tarde que iba recogiendo las peticiones».
En marzo de 2020, cuando arrancaba lo que parecía que iba a ser una gran temporada, el estado de alarma les dejó sin trabajo de la noche a la mañana, y ahora, en este verano de 2021, serán los últimos en volver a la normalidad, cuando comiencen las primeras excursiones de turistas. Eso sí, esperan que, a medio plazo, la llegada de cruceros y el turismo de la tercera edad puedan reactivar plenamente su tarea.
—La asociación que preside celebra este año su 30 aniversario. ¿Cómo ha evolucionado su profesión desde el 91 hasta hoy?
—Hoy en día los guías están mucho más preparados que entonces. En aquellos años, para acceder a la profesión solamente tenías que aprobar un examen en la oficina de Turismo, que estaba en Vara de Rey, y simplemente había que pasar una prueba y saber algo de idiomas, pero no estudiaban como ahora. Ahora estamos más profesionalizados, dedicados más tiempo a la divulgación cultural, cuando antes estaba todo más orientado a lo lúdico. En aquellos años las autoridades no confiaban en los guías para realizar la promoción turística, pero ahora todo ha cambiado y nos encargan que realicemos nuestro trabajo.
—¿Cuántos guías oficiales hay en las Pitiusas?
—Hasta 2019, en la asociación éramos alrededor de 30, pero el golpe que nos ha dado la pandemia ha hecho que se reduzca a menos de la mitad en estos momentos. Si se reactiva la economía, tendremos más trabajo, pero ha habido algunos profesionales que han tenido que buscarse otro empleo porque hemos estado completamente parados por el virus.
—¿Cómo va a influir en su trabajo la previsible llegada de miles de británicos en los próximos días?
—En nuestro trabajo no se nota tanto, especialmente si estos visitantes son jóvenes y vienen en plena temporada de verano. Nuestro tipo de cliente no es exactamente ese joven británico que viene a vivir la fiesta. Nosotros trabajamos más con un turismo de mediana edad, sea de donde sea, que vienen buscando no solo sol y playa, sino que quieren conocer un poco la isla, su historia y su cultura. Este tipo de turista viene más en mayo y junio o en septiembre y octubre.
—Entre sus reivindicaciones históricas, ¿el intrusismo sigue siendo su principal caballo de batalla?
—Ha habido altibajos. En aquellos años, uno de los motivos que nos llevó a montar la asociación fue la gran cantidad de intrusismo que había. Luchamos y denunciamos a diario durante muchos años ante el Consell y los inspectores de Turismo actuaron bastante, sobre todo a finales de los 90 y principios de los 2000. Luego ha ido empeorando un poco por la irrupción de internet. Ahora es muy fácil que alguien ponga un anuncio en Facebook o donde sea y ofrecerse como guía, aunque no esté titulado. Pero yo diría que actualmente no estamos en la peor época de intrusismo: ha habido otros años peores.
—¿Cómo lo pueden denunciar?
—Tenemos algunas dificultades porque tenemos que demostrar que el guía no oficial ha estado trabajando haciendo una salida o una excursión. Tiene que estar en un bien de interés cultural y dando explicaciones, pero puede decir que va con un grupo de personas paseando. Tenemos varios medios y a veces denunciamos ante la Policía Local para que vengan a levantar un acta. En ocasiones también hemos tratimado denuncias administrativas ante la inspección de Turismo del Consell.
—¿Y funcionan estas denuncias?
—No siempre.
—¿Cuántos guías pirata pueden estar ejerciendo en Ibiza y Formentera?
—No son muchos. Lo detectamos porque lo vemos mientras trabajamos, o incluso nos apuntamos a estas excursiones que ofrecen por internet para poder denunciarlas. Intentamos de alguna manera saber quién es y qué está ofreciendo.
—Su papel es muy importante para que los turistas conozcan de verdad Ibiza...
—Nos gustaría destacar que nos consideramos un poco embajadores de la isla y representamos a Ibiza y Formentera en la promoción turística de las instituciones. Somos profesionales formados y hablamos varios idiomas.
—¿Quién les contrata habitualmente?
—Somos autónomos. A nosotros nos contrata una institución, una persona particular, cualquier administración, una agencia de viajes, un colegio o un hotel, por ejemplo.
—¿Cómo prevén que será esta temporada?
—En este momento nuestro trabajo depende mucho de los cruceros. La última semana de julio empezará a llegar alguno, pero de tener 100 cruceros hace dos años a tener 25 o 30, pues también se nota. Dependemos mucho de los cruceros y del turismo del Imserso en temporada baja. Estas dos cosas son básicas para los guías. Sin esto, la mitad ya podrían darse de baja… Las excursiones de touroperadores locales, promoción turística oficial, salidas de colegios…. Todo esto ha fallado en 2020.
—La pandemia les redujo casi a cero su actividad…
—Sin casi. Directamente, nos quedamos a cero. En marzo de 2020, nos sorprendió justo cuando estaba empezando fuerte la temporada del Imserso. Recuerdo que ese día estaba con una excursión comiendo en un restaurante con clientes que iban en ocho o diez autocares, unas 400 personas, y de repente nos llaman de la agencia del Imserso para decirnos que volviéramos de inmediato a los hoteles porque en dos horas iban a venir dos aviones para llevarse a la gente para llevarles de vuelta a su casa. Desde entonces, hasta hoy, que por fin parece que se empieza a animar.
—¿Qué es lo que más les gusta de las Pitiusas a los turistas?
—Depende del tipo de turista, pero algo en común, algo que nunca falla, es el paisaje de la isla. En todas las excursiones te preguntan por la naturaleza, el clima y te preguntan cómo es posible que la isla esté tan verde, por ejemplo. En una excursión recorriendo la isla les llama mucho la atención el contraste entre el verde de los bosques y el azul del mar, las montañas no muy altas, el colorido de las flores… Esto les llama mucho la atención.
—Por nacionalidades, ¿cuáles son las preguntas más frecuentes que le hacen?
—No hay mucha diferencia de preguntas en cuanto a nacionalidades. En general, el turista alemán suele estar bastante interesado en la forma de vida de las personas de la isla, la relación entre lo que ganan y lo que pagan de impuestos, cómo vivimos económicamente, quieren saber cómo funciona la sociedad…. El español, en general, se interesa mucho por las fiestas y la noche. Los italianos también están interesados en la gastronomía. El británico, no tanto por la comida, sino más bien quieren saber qué famosos viven en la isla… Y desde hace un tiempo estamos incidiendo en que descubran lo que significa la presencia de la posidonia oceánica en nuestros fondos marinos, un bien que también es Patrimonio de la Humanidad pero que apenas es conocido por los turistas, incluidos los españoles. Cuando se lo explicas, se interesan mucho por este tema.
—¿Y las preguntas más extravagantes?
—A mí me han preguntado dónde estaba la estación del tren en Ibiza para ir a Sant Antoni. O si queda muy lejos Fuerteventura… Yendo a Formentera, una vez me preguntaron si encontraríamos comida allí.
—¿Está bien pagada su profesión?
—En la actualidad, sí está bien. Cobramos según las visitas que hagamos. Nuestras tarifas, dependiendo del horario y la visita, oscilan entre los 100 y los 200 € al día. Comparado con otros trabajos, se puede vivir de guía si tenemos oportunidad de trabajar.
—¿Les dan muchas propinas?
—Esto es más bien una cosa del pasado y va mucho por nacionalidades. El turista español no tiene costumbre de dar propina; el británico sí está acostumbrado; el alemán casi siempre te da algo... Los más generosos son los norteamericanos que llegan en un crucero. Están acostumbrados y lo hacen de forma espontánea. Pero antes era diferente. Recuerdo que cuando empecé ganábamos lo mismo en propinas que en el sueldo, pero ahora las propinas son el 10% del sueldo como mucho.
—¿Cuál es el reconocimiento que más agradecen?
—Lo que más agradeces es que el turista quede contento y valore tu trabajo. Se nota. Aplauden siempre al final. Y si no hay aplauso es que algo ha fallado. La gente es agradecida en general.
—¿Le dan sus direcciones en sus países de origen para que vaya a visitarles?
—Hoy en día, ya no tanto, pero hace años yo he recibido cientos de invitaciones para ir a ver a gente que quedó encantada con la excursión y con la isla. Te daban su tarjeta y su dirección y te decían que fueras cuando quisieras, que te harían de guía en su ciudad.
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