La intención de sus impulsores es crear «la mayor memoria visual de la crisis sufrida por el coronavirus en España, contribuyendo además al derecho a la información, siendo en todo momento diversa, respetuosa y fiel a las difíciles realidades que se han documentado».
De hecho, «está concebido como un legado visual para generaciones futuras» y por ello su acceso será libre «aunque la propiedad intelectual y todos los derechos de explotación de las imágenes serán siempre exclusivamente de sus autores».
Junto a Sastre, residente en Ibiza desde 2002, participarán otros 385 autores y autoras de reconocido prestigio como por ejemplo Santi Palacios, Sílvia Omedes, Chema Conesa, Ana Palacios, María Senovilla o Natalia Garcés. De ellos han salido las 8.500 fotografías y 38 vídeos que se podrán ver desde hoy en la página web archivocovid.com y que han sido seleccionadas por destacados editores «siguiendo criterios como la calidad, la información que aportan para documentar la crisis y la representación de todos los territorios españolas».
Inágenes impactantes
De Marcelo Sastre se podrán ver una decena de impactantes instantáneas. En varias se pueden ver empleados trabajando con sus trajes EPI y sus máscaras de protección, como una empleada de una funeraria, una operaria de una empresa de transportes mientras rocía desinfectante en la cabina, o un militar del Ejército Español mientras limpia los mostradores de facturación del Aeropuerto de Ibiza.
Además, hay imágenes que reconcilian al espectador tras un tiempo tan duro como una joven que muestra su tatuaje de enfermera con orgullo por su profesión tras haber estado en la primera línea de lucha contra el coronavirus en el Hospital Can Misses o el momento en que otra compañera suya narra emocionada su historia ante los medios de comunicación.
Incluso, las hay poéticas y que invitan a la reflexión como calles y avenidas desiertas en una isla como Ibiza hasta antes del virus repleta de vida o la que Marcelo Sastre tomó un 12 de abril de 2020 y en la que se puede ver «un globo pintado con el emoticono que se usaba para agradecer diariamente el trabajo del personal sanitario y que en este caso zigzagueaba por una calle vacía y desolada del pueblo de Santa Eulària».
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