—¿Ven la luz al final del túnel en el sector de los músicos de Ibiza?
—Se podría decir que más o menos porque también hay mucha incertidumbre. Y te hablo tanto a nivel personal como batería en varias bandas de la isla como a nivel del sector de la música en general.
—¿Tienen la esperanza de que las vacunas ayuden a mejorarlo todo?
—Ojalá. Pero también está la incertidumbre del turismo británico. Saber que va a pasar, si vienen o no. Para bien o para mal está muy ligado a la hostelería y la hostelería también a la música. De momento tenemos que ser cautos porque el gobierno británico nos ha vuelto a dejar fuera de su lista verde. Por unas cosas o por otras parece que nunca llegamos a ver la luz al final del túnel.
—¿Sigue habiendo miedo?
—Fundamentalmente entre el ámbito público y entre algunos ayuntamientos. Algo completamente injustificado porque a lo largo de este tiempo se ha demostrado que se pueden contar con los dedos de la mano los casos de contagios que se han dado en conciertos. Por ello, nosotros desde la asociación siempre hemos dicho que hace falta una regulación a nivel de los ayuntamientos de la isla para que se facilite la música en directo.
—¿Con ello se incentivaría también al sector privado?
—Sin duda. En el ámbito de la música en directo es fundamental el apoyo privado para seguir subsistiendo. Pero desgraciadamente ahora, cuando se quieren organizar conciertos, la mayoría de los establecimientos se encuentran con un muro legal que lo hace inviable y desanima a cualquiera.
—¿Y con el Govern balear ha mejorado su relación?
—Ahí estamos. Creo que ellos también son culpables de estar donde estamos por la poca capacidad de respuesta que han demostrado tener durante esta crisis del coronavirus. Nosotros les hemos presentado todo tipo de propuestas para reactivar el sector pero nunca se nos ha tenido en cuenta. Nos dicen que no es su competencia y siempre nos dan largas. Eso ha provocado que el sector de los músicos por cuenta ajena sienta que se les ha abandonado.
—Usted hace casi un año hablaba de músicos en las colas del hambre… ¿esto sigue siendo así?
—Sí. Sobre todo muchos de los que trabajaban con contrato y de forma totalmente legal. Hay muchos que se han quedado colgados porque no hay que olvidar que llevan un año y medio sin poder tocar en ningún lado. Además, en muchos casos no han podido recibir asistencia y eso es muy duro.
—¿Dónde cree entonces l'Associació de Músics d'Eivissa que está la solución?
—Es complicado saberlo. En estos tres años que llevo al frente de l' Associació de Músics d'Eivissa he ido conociendo como funciona la política y cuales son sus tiempos. Me he dado cuenta que al final muchas cosas se quedan en nada entre una maraña de competencias que entre unos y otros es muy difícil de gestionar y solucionar. Tampoco creo que sea por falta de fondos económicos por parte del Govern balear porque vemos que luego se han destinado a otras partidas ni tampoco espero que sea un problema de falta de voluntad política. Tal vez pudiera ser también que falte personal en las administraciones para poner en marcha las ayudas. En fin, muchas dudas y pocas respuestas. En un tema complicado.
—¿La música en directo volverá a ser la misma después de la crisis del coronavirus?
—Yo pienso que sí pero tal vez porque siempre he sido una persona optimista por naturaleza o alguien que siempre ha creído en la suerte. Lo cierto es que ya se han hecho pruebas a nivel nacional que han demostrado que se puede relanzar el tema siempre que se reúnan una serie de condiciones tanto sanitarias como de distancias. Sin embargo, en Ibiza tenemos un problema muy grave con los cafés concierto, que han quedado muy afectados por la crisis del coronavirus.
—Muchos de ellos han tenido que cerrar y casi no quedan…
—Claro. La situación en este sentido es totalmente límite. Si mañana, cuando todo el mundo esté vacunado, se puedan relanzar los conciertos nos vamos a encontrar que en Ibiza no tendremos los sitios donde hacerlos. Creo que además, esto va a afectar a los grupos de la isla que hacen estilos menos comerciales a los que normalmente se escuchan en bares o restaurantes. Ten en cuenta que han cerrado Can Rock, Ragnarock en el West End… la mayoría no han aguantado porque les era inviable y los pocos valientes que resisten aún no han podido abrir. El tema de los café concierto hay que intentar cuidarlo porque son elementos básicos para el mantenimiento de la cultura.
—¿Este razonamiento se lo han explicado a las administraciones?
—Por supuesto. Hemos hecho una serie de propuestas que hemos presentado sin mucho éxito a la Conselleria de Cultura del Govern balear y una de ellas es revisar el sistema de licencias de estos establecimientos. En Ibiza hay muchos que la tienen y no están ejerciendo como tal y eso hace mucho daño porque hay municipios donde ya no se permite poner en marcha nuevos. Pedimos que haya moratorias para casos excepcionales o que se revise de manera seria como está el tema.
—¿Qué otras medidas proponen ustedes?
—Pues entre otras cosas la exención de tasas y ciertos impuestos a todos aquellos establecimientos que puedan demostrar que están apostando de manera regular por una programación de conciertos estables. Creemos que hoy en día es de valientes hacer eso y por ello tienen que ser premiados de alguna manera.
—¿Cree entonces que apostar por la música no sale rentable en las condiciones actuales?
—Ahora mismo no y por eso tiene que haber ayudas o incentivos por parte del sector público, de las administraciones. Creo que es fundamental para poder reactivar un sector que está muy dañado. Estoy seguro que saldremos adelante, aunque si es cierto que en peores condiciones de como estábamos antes de la crisis del coronavirus.
—Entre esas peores condiciones está el caché de los músicos. Ha bajado muchísimo lo que cobran actualmente.
—Es cierto. Con la excusa de mantener las distancias de seguridad y el aforo permitido lo que antes era un grupo de cuatro o cinco cantantes ahora es un dúo o un solista. Y con ello se han bajado también los sueldos. De hecho, algunos de los músicos veteranos con los que toco en grupos me dicen que ahora se cobra tres veces menos que hace una década. Y eso, quieras o no, deja a la música gravemente herida porque a día de hoy es muy duro y complicado dedicarse profesionalmente a ello.
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