—Esta semana hemos conocido un dato escalofriante. Según el último informe del centro de Estudios de Conductas Adictivas (Cepca), el 85% de los jóvenes de Formentera ha tenido su primera borrachera entre los 13 y los 15 años. ¿Le ha sorprendido este dato?
—Pues, lamentablemente, no me ha sorprendido; es un dato que se repite en muchas otras comunidades. Pero debería sorprendernos desde luego, que antes de los 16 años la mayoría de los jóvenes haya tenido experiencias de intoxicación en el consumo de alcohol. Lo tenemos tan normalizado que parece que eso sea ‘lo que toca'. Pero no debería ser así.
—¿Ese es el problema del alcohol? ¿Su normalización? Forma parte de nuestro día a día, está muy presente en nuestras vidas…
—El alcohol está vinculado a muchas cosas: espacios lúdico festivos, lo vinculamos con el relajamiento, la gastronomía... La industria también se ha dedicado a ponerlo en muchas funcionalidades de nuestra vida. No tenemos que pensar que el consumo de alcohol es malo; el problema es la cantidad y el momento.
Tenemos claro que las embarazadas no deben consumir alcohol, tampoco los que vayan a conducir, pero no tenemos tan claro a qué edad podemos empezar a consumir alcohol sin que afecte neurológicamente a nuestro cerebro. Está claro que la afectación del alcohol en un menor de edad es diferente a la que tiene en un adulto.
No debemos olvidar que el consumo y la venta de alcohol a menores de edad está prohibido. Pero, lamentablemente, está tan normalizado que un joven puede ir al supermercado y comprar alcohol y socialmente no está penalizado, que es impensable que ellos tengan la responsabilidad personal de evitar el consumo. Debemos ser más estrictos en respetar la prohibición y toda la sociedad debería ir en ese sentido.
—¿Qué podemos hacer desde casa?
—Debemos desnormalizar el consumo de alcohol en menores. Entiendo que una familia en la comida o en la cena quiera consumir alcohol, pero siempre diferenciando cuando toca y cuando no toca, dependiendo de la edad. Uno de los datos preocupantes del estudio del CEPCA es la alta permisividad de los padres ante el consumo de alcohol de los hijos. Como padres y madres tenemos dos trabajos. Por una parte, no aceptar el consumo de alcohol en menores y eso implica supervisar las actividades de nuestros hijos. Y, por otra parte, ser un buen modelo: una cosa es tomar una copa de vino y otra acabar una cena con los amigos totalmente ‘piripi' y, encima, coger el coche para volver a casa.
—No estamos hablando de que los jóvenes consumen alcohol. Estamos hablando de emborracharse…
—Sí, el patrón de consumo ha cambiado mucho. Antes, los consumos de alcohol festivos se alargaban mucho en las horas: salías a cenar y acababas a las 06.00 horas y en esas ocho o 10 horas, tomabas cuatro o cinco consumiciones, pero eso ha evolucionado a que esas mismas consumiciones ahora se toman en dos o tres horas, con lo cual la afectación es mucho mayor. Hemos adoptado el patrón de consumo de Inglaterra o Dinamarca y está también muy relacionado con los botellones. En espacios públicos, sin ningún control por parte de adultos, se trata casi de una competición de a ver quién bebe más.
—¿El alcohol es la puerta de entrada al consumo de otras sustancias?
—Es la pregunta del millón. De hecho, hay mucha gente investigándolo y nadie ha dado todavía con la respuesta. También se decía que el tabaco era la ‘puerta de entrada' al consumo de cannabis y ahora estamos viendo que mucha gente ahora está fumando primero porros y después se engancha a la nicotina. Yo diría que el hecho de que tomes alcohol y te coloques te predispone a probar otras sustancias para curiosear con los distintos efectos. El alcohol es una droga legal y aceptada, lo que hace lógico que empiecen por ahí. Es el paso más fácil. El tabaco se ha penalizado socialmente en los últimos años y deberíamos hacer lo mismo con el alcohol.
—Ha hablado de los padres y madres. ¿Qué pasa con el resto del entorno del joven?
—Cuanto antes se intervenga para evitar el problema será más fácil de resolver y menos sufrimiento para todos. Muchas veces los profesionales que están en contacto con los jóvenes son sus referentes y tienen un papel muy importante. Desde el entrenador de fútbol hasta el médico de cabecera pueden influir en la actitud del joven. Por eso es tan importante que seamos conscientes del problema como sociedad en su conjunto y la responsabilidad que tenemos todos en tener conductas más saludables y más en una cosa tan normalizada como el consumo de alcohol.
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