Este viernes arrancó, en el parque Reina Sofía, una suerte de versión de consolación de la feria medieval, que en la época prepandémica llenaba las calles de Dalt Vila de mercadilos y visitantes para celebrar el anuversario de la declaración de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad.
A las 11:30 horas, Bruno y Eloy entraban a toda prisa a ver al REina Sofía. 200 personas, que habían comprado sus entradas desde la web y que antes de entrar al recinto pasaron por un control de temperatura y el ya habitual lavado de manos con gel hidroalcohólico, ya estaban sentadas en sus butacas, con las mascarillas puestas y dispuestas a disfrutar del espectáculo.
Jimena Brusaca y Silvina Sodano, Improibiza, se encargaron de los dos primeros espectáculos: Aventuras en remotos lugares, una aventura de piratas, y a las 13:30 Pócimas para soñar despierto, en la que son unas brujas quienes centran el espectáculo. Aunque en realidad quienes se encargaron de dirigir las historias fueron los niños y niñas del público, que dirigían, al más puro estilo Elige tu propia aventura, los acontecimientos de las historias que Improibiza.
Por la tarde, el cuarteto de cuerda Trobairitz, se encargó de aportar la banda sonora medieval a la jornada.
Alan, Ángela y Gonzalo vinieron acompañados de sus respectivas madres Elena y Ana al espectáculo de las 13:30, aunque se conforman con este formato de feria medieval, «por lo menos es algo más que el año pasado, algo es algo», comenta Ana.
Todos echan de menos al anterior. Sobretodo Gonzalo, «que es el mayor de todos y quién mejor recuerda» comenta su madre. A Carla Marí-Mayans Herranz, que tiene siete años, le gustó el espectáculo «así de grande», abre los brazos para describir lo mucho que disfrutó.
Todos esperan que el año que viene se pueda retomar esa ya tradicional manera de conmemorar el nombramiento de la UNESCO, y que al menos una vez al año, anima a los ibicencos a pasear por las abarrotadas calles de Dalt Vila.
Las calles de Dalt Vila este viernes no estaban abarrotadas, pero sí respiraban vida. Tal vez no tanta como Toni y Manuel del restaurante Es Forn, en la Plaça de Vila, quisieran, pero el hecho de ser festivo en el municipio animó a algunos vecinos a pasear por la ciudad antigua que se cruzaban con algunos turistas que apuraban las horas antes de coger el avión de vuelta a Francia tras dos semanas en Ibiza, en el caso de Gil, o a Málaga en el caso de Miriam, Helena, maría y Ana, un grupo de amigas que han estado tres días “solas” en Formentera.
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Arranca a medio gas porque nuestros queridos políiticuchos han aprovechado la excusa del COVID para hacer caja con una fiesta tradicional, y de paso ver que pueden quedarse para ellos, como de costumbre. A cuento de que hay que pagar para asistir a ver los espectáculos? Quieren controlar el aforo, o esa es la excusa, y me parece genial. Que se apunten en la web o al llegar allí, pero GRATIS como había sido siempre.