Según explicaron ayer ambas artistas a Periódico de Ibiza y Formentera se trata de la creación de una colección de mascarillas artísticas, higiénicas, reutilizables y certificadas que reproducen dos de sus cuadros y que buscan recaudar la mayor cantidad de fondos posibles para los programas que llevan a cabo ambas ONG en la India y en Madagascar y ayudarlas a paliar las necesidades socioeconómicas que sufren por el coronavirus.
Diana Bustamante y su cuadro con Dalt Vila de fondo. Foto: DANIEL ESPINOSA
En el caso de la madrileña que creció en Santa Eulària, Diana Bustamante, el cuadro elegido ha sido una vista de Dalt Vila muy colorida mientras que Souza, canaria y críada en la isla, se ha decantado por uno de sus últimos trabajos de su colección Medusas, con fondo blanco y el animal marino en azul.
Las dos insistieron en recalcar que la idea surgió de Antoni Torres Martorell, el comisario que lleva sus obras, y que ni siquiera se lo pensaron un minuto cuando les llegó la propuesta. «Siempre he creído que el arte es un magnífico vehículo para mover conciencias y poder ayudar a quien más lo necesita y, en este caso, este proyecto de las mascarillas puede ser perfecto para ello en los tiempos tan complicados que todo el mundo está viviendo desde que llegó el coronavirus», aseguró Souza.
Estas mascarillas se pueden adquirir en las tiendas que la Fundación Vicente Ferrer tiene en Menorca y en Palma y en el correo electrónico info@rotarypalmbellver.org.
Colaboración con Mataombres
Además, Art Solidari supone la continuación de un camino que fusiona arte y solidaridad y que ambas artistas comenzaron al ser seleccionadas junto a los pitiusos Jùlia Ribas, Adrián Cardona, Carles Guasch y Enric Riera para participar en el Proyecto Mataombres que organiza la Fundación Vicente Ferrer con el apoyo del Institut d'Estudis Baleàrics y el Govern balear.
Diana Bustamante, durante su visita a Anantapur en 2019, creó la obra L'aigua de Nagappa, inspirada en una imagen fotográfica de una de las zonas en las que trabaja hace ya 50 años la fundación. En ella se observaban tierras de cultivo verdes y una gran masa de agua de lluvia embalsada en una presa y suponía, según la artista, «una alegoría a los paisajes locales, un elogio a la sostenibilidad y un homenaje a la incansable lucha de la fundación por paliar los efectos negativos de la falta de agua».
Doralice Souza con la mascarilla en la que se puede ver una de sus características medusas. Foto: Daniel ESpinosa.
Por su parte, Souza, que viajó en enero de 2020, dejó su impronta con un mural en un centro de educación e integración en el mundo laboral para jóvenes en riesgo de exclusión social o con discapacidad. Tiene 6 por 2 metros y lanza un mensaje de respeto hacia el medio ambiente con una serie de animales e insectos que los usuarios del centro le recomendaron.
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