Francina Armengol, durante la primera de sus intervenciones, ayer, ante el Pleno. | Jaume Morey

La presidenta del Govern, Francina Armengol, sacó pecho ayer de su gestión de la tercera ola al asegurar que «otras» comunidades optaron por «salvar» la Navidad mientras que «aquí optamos por salvar vidas». «Ahora, mientras el virus sigue al alza en el Estado, en Baleares se está conteniendo. En la Mallorca, la tendencia es claramente a la baja, en Menorca se ha estabilizado y, con el endurecimiento de las restricciones en Ibiza y Formentera, la situación seguirá el mismo camino en los próximos días», leyó.

Nadie le afeó una afirmación que ningún dato puede sostener en Ibiza y Formentera. Y es que tras levantar las restricciones tras haber aplanado la segunda curva, la situación no ha dejado de empeorar y no eso que todavía no se ha llegado al pico, como se desprende del análisis de las incidencias acumuladas a siete días.

Desde el día 26, las Pitiusas han registrado 16 fallecidos, un tercio de los 48 acumulados desde el inicio de la pandemia.

Tres meses
La media de vacunación en las Islas es de 500 dosis al día pero la red sanitaria de Balears permitiría administrar «hasta 11.500» diarias. Es el dato que aportó ayer la presidenta del Govern, Francina Armengol.

Según la presidenta, «cuando recibamos más vacunas, podremos administrar 80.000 dosis semanales», lo que permitiría «inmunizar a toda la población» en solo tres meses.
Ese es el objetivo. Ahora, la realidad es otra y eso es lo que quisieron poner de manifiesto los portavoces de los grupos que dieron la réplica al discurso. Adelantándose a lo que venía, la presidenta balear pidió desde el primer momento más agilidad y diligencia al Gobierno.

No sólo en el reparto de dosis, sino en medidas que debe poner en marcha para paliar la crisis económica. Además, insistió en algo que ya ha puesto de manifiesto en otras ocasiones: reclamó capacidad para ampliar los toques de queda, así como los confinamientos domiciliarios.

Algo que sí puede garantizar la presidenta –o al menos así lo indicó– es que «tendremos completamente inmunizada la población de residencias la próxima semana».

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Si la presidenta estaba pensando en ello, o si se tomará alguna medida en ese sentido en los próximos días, no dejó entrever que fueran a relajarse en breve las restricciones ahora vigentes.

«Cada vez que hemos intentado acelerar el retorno a la normalidad, cada vez que nos hemos confiado, el virus nos ha golpeado duramente», dijo la presidenta, que añadió que «hemos de ir poco a poco porque, si no, el efecto siempre resulta contraproducente».

El PP había solicitado la comparecencia y fue su portavoz, Gabriel Company, el primero en replicar. Por un lado le tendió una mano y le propuso hasta tres pactos pero, por otro, afirmó que sus previsiones sobre la vacunación «no son de fiar». «A usted le ha sobrado opacidad, soberbia y capacidad para anticiparse», señaló. Afirmó que había adoptado la misma estrategia que Pedro Sánchez. «Igual que él, pretende que hay que elegir entre usted o el caos y la verdad es que aquí tenemos las dos cosas, a usted y al caos», dijo.

Además le reprochó que incidiera tanto en culpar a quienes se relajan ante las medidas cuando «la que se relajó es usted, que perdió la credibilidad en una madrugada lamentable» en el bar Hat.

La réplica más bronca llegó de la portavoz de Vox en el debate, Idoia Ribas. «Dimita, váyase señora Armengol y llévese a su Govern que sólo nos ha traído ruina, enfermedad y muerte», concluyó.

«Que no cuenten con nosotros para la demagogia y el oportunismo partidista», había dicho antes la portavoz de Ciudadanos (Cs), Patricia Guasp que recomendó al Ejecutivo que además de «comunicar», explique «el porqué de sus decisiones». «Y, sobre todo» –enfatizó–, no traten a la población como si fueran niños».

El portavoz de Més, Miquel Ensenyat, aprovechó su intervención para aclarar que sus diferencias sobre la gestión del ejecutivo no suponen un alejamiento de éste, sino que son un toque de atención al Gobierno estatal.