El servicio de Anestesia de Can Misses emitió ayer una carta de despedida, que se puede leer íntegra en la página 22 de la edición de hoy, del médico que se quitó la vida este pasado lunes tras ser juzgado por unos presuntos abusos sexuales a dos enfermeras en el año 2013 en Can Misses. «Nada más llegar a Can Misses, me agarró del brazo y empezó a mostrarme las entrañas del funcionamiento del hospital en general y, de nuestro servicio en particular, con cariño, enorme empatía y sentido del humor. ‘Este planning cambia más que la bolsa de Tokio', ‘Bienvenido al hospital Can Misses (pronunciado Can Maises como si de un hospital americano de referencia se tratara) o llamar ‘máquina de impedir' a las dificultades que ocasionalmente aparecían en las gestiones que tenemos que llevar a cabo desde el ingreso de un paciente que precisa una operación hasta que llega a la mesa de quirófano. Posteriormente, me enseñó su pequeño altar, su Santa Trinidad: retratos de Maradona y Carlos Gardel y el escudo de su club de fútbol de toda la vida, Gimnasia y Esgrima La Plata», relata Jesús, compañero de esta persona, en la misiva remitida a este periódico y que suscriben el resto de compañeros del servicio de Anestesia de Can Misses, desde donde señalan la «gran pérdida» no tan sólo para este servicio sino «para todo el hospital». «Desde que ocurrió la trágica noticia no han parado de llegarnos mensajes desde todos los puntos geográficos acordándose de su figura. Empezando por todos nuestros compañeros de anestesia y otras especialidades, y pasando por enfermeras, auxiliares de enfermería, celadores, técnicos de laboratorio, técnicos de mantenimiento, personal de limpieza, cafetería y una interminable lista de personas que compartieron distintos momentos y situaciones con él, y de los que es unánime el sentimiento de recordarlo como una gran persona». La carta de sus compañeros prosigue señalando que «en un momento determinado, la vida se le torció. Desde entonces sufrió lo indecible y aún así no dejó de prestar su atención y ayuda en todo lo que se le pidió. Pero emocionalmente le dejó una herida que ya no se cerró». Concluyen señalando que «todos te recordaremos siempre. Y espero que allá donde estés sigas cantando los tangos de Carlitos Gardel y los goles de Gimnasia. Nunca te olvidaremos, compañero».
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