El mallorquín ha invertido mucho tiempo en la pintura, ya desde joven y no es de extrañar su perfecta técnica, tanto sobre el dibujo, «la base de la pintura», como sobre el cuadro en sí.
Residente en la mayor de las Pitiusas desde hace 50 años, se declara «un completo enamorado de la isla blanca» y se caracteriza, principalmente, por ser un paisajista de mucha actividad que ya ha expuesto con anterioridad en galerías de Palma, Barcelona e incluso Valencia.
Gil, autodidacta desde el primer momento en el que empuña un pincel, recalca que la pintura ha estado muy presente en su vida, a lo largo de diferentes etapas y manifestándose de muchas y diferentes formas, y es que en su larga carrera se ha apoyado en diversas técnicas pictóricas, como la acuarela o el óleo sobre lienzo. «Me gusta trabajar sobre todas las técnicas», destaca el pintor.
Sus creaciones nos trasladan a los enclaves de la Ibiza más tradicional: casas payesas, el puerto, Dalt Vila, la Marina...
Y es que hay pocos pintores tan capaces como Gil en mostrarnos las delicias de nuestros paisajes pitiusos. Observando sus cuadros, casi se pueden oler las calas, oír el viento, los almendros, y perderse por sus paisajes, como si fuera una realidad de nuestro día a día y no una obra de arte.
Para él, también es algo parecido, dado que la pintura se convirtió en su disfrute durante el confinamiento y muestra de ello son las pinturas que pueden verse hasta esta tarde en el centro cultural de Can Portmany.
El favorito del público, sin duda, es en el que aparece su mujer retratada vestida con la emprendada típica ibicenca. Y no es para menos.
Cuadros y más
En sus quince obras expuestas destacan los paisajes y bodegones, divididos en tres temáticas diferentes. ¿El por qué? «porque es muy conveniente dividir por temáticas, para la armonía completa de la exposición y el efecto visual». Y justo por eso, no todos son paisajes pitiusos, sino que hay alguno más de Galicia, inspirado a raíz de que el artista emprendiera, hace unos años, la aventura del Camino de Santiago.
La exposición estará abierta hoy, como último día, de 19 a 21. El pintor mallorquín, que expone anualmente en la sala, anima a muchos a acercarse para ver su obra y además, algunos escudos heráldicos como el de los apellidos ibicencos, Riera, Torres o Serra, que el propio artista pinta con acuarela en el mismo espacio y que supone una experiencia in situ de cómo se desarolla una obra tan «típica de aquí».
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