Imagen del aeropuerto, ayer, con mucha menos gente de lo que es habitual. | Daniel Espinosa

Como era previsible, y pese a –o quizá debido a ello– la poca disponibilidad de vuelos a Ibiza y desde la isla, no había ayer demasiadas personas en el aeropuerto. Salvo expediciones a Mallorca, a Madrid y a Barcelona –más las que se realicen por causas de fuerza mayor–, no habrá más operaciones a partir de hoy en el aeropuerto de Ibiza. Ayer, aunque sobraba espacio, los agentes de la Guardia Civil repetían a los allí presentes que, por favor, mantuvieran una distancia de dos metros respecto a la persona más próxima.
Para más inri, a media mañana cinco vuelos de llegada –Barcelona (2), Málaga, Valencia y Madrid– habían sido cancelados, en tanto que el que tenía que salir a las nueve de la mañana de Palma tuvo un gran retraso y llegó no antes de las 13:00 horas. Tan sólo el de Londres lo hizo a tiempo. En cuanto a los vuelos de salida –Barcelona (2), Málaga, Valencia y Madrid, otra vez– los más tempraneros también habían sido cancelados y los pasajeros hubieron de buscar opciones posteriores para cada uno de esos destinos.

Paula Torres volvió «a casa» desde Cebú (Filipinas) con escala en Barcelona y sintió un gran alivio. «Llego bien de ánimo y con ganas, sobre todo porque hay muchos españoles que se han tenido que quedar allí», afirmó. Respecto a la situación en Filipinas, esta ibicenca explicó que «todo estaba en calma hasta que, de la noche a la mañana, empezaron a cerrar bares y de todo» y que, como había muchos turistas, les dieron dos días para abandonar el país. Por el contrario, Lidia Tur no tuvo ningún problema, ni siquiera «miedo», y llegó a Ibiza desde Barcelona exactamente «cuando tocaba».

Hubo otras personas que lo pasaron peor, como dos franceses –que prefirieron permanecer en el anonimato– que se fueron de viaje a Marruecos y, como el reino alauí cerró las fronteras y los vuelos con España, hubieron de ir primero a Francia para, desde allí, tornar a la isla.

E incluso de más lejos venía la gente. Un ejemplo es Mika Paula Barak, quien hubo de adelantar su regreso de Nueva York, de donde iba a volver el 26 de abril, por miedo a que cerraran el aeropuerto.

Muchas personas se quejaron de la falta de información respecto a cancelaciones y retrasos por parte de las compañías aéreas. Aunque seguro que hubo más, encontramos un par de casos –José Antonio Gil y Manuel Berzosa– que, ante la incertidumbre, decidieron dar por perdido el vuelo y coger un barco que los llevara a la Península, en concreto a Valencia.

Afortunados londinenses

Los que tuvieron más suerte son los que iban a Londres. Así, por ejemplo, Simon Hinton y Shine Scott, quienes viven en la capital británica, pudieron regresar alrededor de las 13:30 horas a casa. Tan sólo habían venido a Ibiza «por negocios», según declararon.

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Igualmente, Michaela, quien, con familia en Ibiza, deseaba volver a la capital británica, se mostraba aliviada. «Es tanta locura que no sé qué decir; estoy insegura», aclaró. Mariana y su marido tampoco tuvieron una «buena experiencia», ya que, alojados en el hotel Simbad desde el pasado domingo, el establecimiento cerró y estaban tratando de retornar a casa. «Incluso hemos tenido que venir en taxis distintos, porque no nos dejaban montarnos juntos», aseguró la mujer.

Por su parte, Patricia y Cheryl dijeron que tendrían que haber volado mañana a Palma. El vuelo fue adelantado al lunes pasado, pero no lo pudieron coger, así que no les quedó otro remedio que sacar otro billete para ayer con British Airways.

También pudo embarcar David Crawford, quien, aunque vive en la isla, tiene a su novia en Londres. Como, según admitió, ante esta situación, no estaba seguro de cuándo podría venir su pareja, decidió él coger el avión a la capital británica, aun con la incertidumbre de no saber cuándo podrá regresar a casa.

Una joven colombiana, Leidi Jurado, vive en Oviedo. La chica adelantó que, como el avión solamente la iba a dejar en Madrid, le esperaban varios viajes en autobús a continuación: primero a Valladolid, luego a León y posteriormente a Oviedo. En su opinión, sería «peor quedarse aquí, porque han cerrado los hoteles y todo lo demás; no queda nada abierto».

Mientras tanto, la alemana Angela Pyka había venido a Formentera para visitar a su novio, quien, casualmente, se quedó sin trabajo. Su vuelo a Valencia fue cancelado y, aunque, pese a ello, quería permanecer algún tiempo más en la isla, porque estaba «muy a gusto en la playa», la situación lo hizo imposible.

El jienense Miguel Estremera también hubo de despedirse del hotel Punta Prima, en Formentera, porque le recomendaron marcharse. «Ya me avisarán», desveló que le dijeron. El vuelo que tenía con Ryanair a Málaga fue cancelado y hubo de comprar otro billete con Air Europa.

Finalmente, Adelaida, una ciudadana belga que reside habitualmente en Formentera –donde se dedica a las exposiciones culturales–, dijo que la situación se había «complicado» y por eso se quería marchar. Para su desgracia, le cancelaron dos vuelos a Bruselas tanto por Barcelona como por Madrid, y el que quería coger a Londres también había desparecido ya. La belga se encontraba confundida, ya que no sabía si intentar ir a Madrid para, desde allí, tratar de llegar al Reino Unido o esperar a hoy por si podía volar a Londres directamente. «Una ya no sabe qué hacer; los billetes están carísimos», lamentó.
Ante este tipo de situaciones, no cabe otra opción que desear mucha suerte a todos.