—Dicen los que entienden de jazz que el Jazz Point Ibiza es un regalo para la isla y sus residentes. ¿Usted lo ve así?
—Sin duda. Es un soplo de aire fresco, algo que necesitaba Ibiza para complementar al Eivissa Jazz Festival que organiza el Ayuntamiento de Eivissa. Este, últimamente, se estaba centrando más en músicos nacionales y europeos, y con el Jazz Point se da un salto de calidad.
—¿Por qué?
—Porque se ha conseguido traer músicos norteamericanos buenísimos. La cuna y el origen del jazz está allí, no nos olvidemos, y al final lo mejor siempre se hace allí. Viendo el programa de esta primera edición, es como si hubieran traído jugadores de la NBA a un torneo en España.
—¿Se convertirá entonces Ibiza en la nueva capital del jazz?
—Tal vez eso sea mucho decir, pero lo que está claro es que se ha dado un paso muy importante con estos grandes músicos para que Ibiza se haga un nombre muy importante dentro de la escena jazzística internacional. Lo bueno sería consolidar el festival y que se celebrara cada año.
—Usted forma parte de la representación pitiusa más pura. ¿Mucha presión por ello y por tocar en casa?
—No, presión no, pero sí responsabilidad (risas). Cuando me llamaron y me propusieron participar me dio un subidón tremendo y no te voy a negar que me entraron los nervios. Después, con el paso de los días y según se va acercando el concierto, sólo pienso en hacer disfrutar a la gente y en disfrutar tú también, con tanta gente buena venida de Estados Unidos. Me lo tomo como una experiencia única que seguramente me ayude a convertirme en mejor músico.
—¿Qué tiene pensado ofrecer en Teatro Ibiza?
—Pues acudiré con mi grupo de siempre y la intención es cerrar una etapa que se abrió con la publicación en 2018 de nuestro segundo disco, Live in Madrid. Nuestra idea es que sea como un gran final de gira y por eso interpretaremos un repertorio compuesto por temas del disco y también del primero, Perenne.
—¿Y después qué harán? Después de todo el subidón de este fin de semana...
—Pues descansar un poco, poner en valor todo lo que hemos vivido y seguir con calma con la idea de grabar nuestro tercer disco de estudio. De hecho, estamos en fase de componer y meternos en estudio porque, realmente, después del Jazz Point Ibiza no tenemos ningún concierto contratado, de momento, hasta noviembre.
—Ustedes llevan ya dos discos de mucho éxito. Van a por el tercero. ¿Es de valientes grabar un disco de jazz actualmente en España?
—Tal vez de atrevidos, pero no solo en el género musical del jazz, sino en cualquiera. Afortunadamente, nosotros tenemos la inmensa fortuna de contar con Pere Aguilar, que es un genio en la parcela técnica además de una persona que todo lo hace mucho más sencillo poniéndonos siempre facilidades para todo.
—¿Se venden discos de jazz?
—Poco, la verdad. Lo difícil no es hacer un disco, grabarlo y componer los temas. Lo realmente complicado es luego venderlo entre la gente.
—¿Es el problema de las plataformas online?
—En parte sí, pero creo que también es un problema del consumo que tenemos en nuestros día de cultura en general. La gente ha cambiado sus hábitos y el sentido de su vida, y, así, cada vez menos se entiende la música como algo que pueda emocionarte dando sentido a tu vida. Afortunadamente, sigue quedando la magia del concierto en directo.
—Como músico ibicenco de prestigio, ¿cómo ve la situación actual en la isla con la creación de l' Associació de Músics d'Eivissa?
—Creo que ha sido un salto muy importante, sobre todo a nivel de calidad, para la música de la isla. La creación de una asociación de este tipo ayuda a que haya una escena musical activa, en la que se apueste por grupos y formaciones que trabajan y tocan aquí. Eso es muy bueno porque, al final, todo el mundo sale ganando: músicos y espectadores.
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