Javier Marí Estellés, portavoz de los ‘vedraners’, con el islote al fondo. | Daniel Espinosa

Javier Marí Estellés (Sant Josep, 1971) está al frente de los propietarios del islote de es Vedrà, conocidos popularmente como vedraners. Hasta el momento han estado callados, pero han dado un paso al frente para reivindicar que se mantenga la tradición de anar a buscar ses cabres, una costumbre cuyos inicios se remontan al siglo XIII y que está muy arraigada en la sociedad josepina. Han presentado un proyecto para que esta práctica ancestral sea declarada BIC Inmaterial y el Consell d'Eivissa ya ha iniciado el expediente, lo que no supone su aprobación inmediata. Son partidarios del diálogo con el Govern y afirman que hay que buscar el equilibrio entre las cabras y la flora del islote. Aseguran, además, que se harán cargo del mantenimiento y cuidado veterinario de los animales que saquen del islote.

—¿Cómo se les ocurre la idea de que la tradición de ‘anar a buscar ses cabres' a es Vedrà sea Bien de Interés Cultural Inmaterial?


—Desde 2016 teníamos la imposibilidad de ir a es Vedrà porque está prohibido y no se puede desembarcar; como cualquier otra persona no teníamos el permiso para ir. Desde que pasó aquello [que el Govern las mató a tiros] no sabíamos si había cabras o no o si podíamos seguir con la tradición o no. Entonces, el tema estaba latente a la espera de ver qué pasaba con esto. La idea surgió a raíz de hablar con Joan Marí Tur ‘Botja', el que fue conseller de Cultura. Él y su hijo nos plantearon que a lo mejor podía existir la posibilidad de encajar la tradición de ir a buscar las cabras a es Vedrà con una medida de proteción, como es Bien de Interés Cultural Inmaterial. La ley ha cambiado relativamente hace poco tiempo y se dedica a proteger bienes inmateriales que relacionan la cultura con el patrimonio de los sitios. Surgió un poco de conversaciones entre unos y otros y, especialmente, por el interés puesto por Joan Marí Botja.

—A efectos prácticos, ¿qué supone que esta tradición sea BIC Inmaterial?


—Que se protegerá. Pasará a formar parte de una especie de listado de bienes protegidos y se reconoce el apoyo y la ayuda que ha prestado durante años la sociedad. Lo que se persigue es que la tradición continúe, se desarrolle. No tiene por qué ser algo estático, puede evolucionar, pero siempre manteniendo unas raíces, que es lo que protege esa figura de BIC Inmaterial.

—¿En qué consiste esta práctica?


—Se trata de que un grupo de personas va a es Vedrà. Hay que pensar que las cabras son animales dóciles, que van en rebaño y que con una palmada empiezan a moverse. Entonces, se las arrincona y con las manos se las coge para llevarlas a la barca y luego a tierra. No hay más historia.

—¿Implica algún tipo de riesgo?


—Moverse por es Vedrà no es fácil; no es un territorio amable ya que no es pasear por el campo tranquilamente. Hay que tener en cuenta que lo que vemos ‘verde' desde tierra cuando estás allí son matorrales muy grandes. Hay que conocer el terreno y saber moverse por allí. Una o dos personas se mantienen en el barco y van indicando a los demás por dónde moverse. Las cabras cuando van oyendo ruidos se van moviendo.

—¿Esta tradición se puede adaptar a la actualidad y a la protección del islote?


—Sí que se puede adaptar. Los animales son herbívoros y comen plantas y quieren proteger la flora endémica que hay en es Vedrà. Estamos absolutamente de acuerdo: hay que proteger la flora, pero también queremos proteger la tradición. Lo que pretendemos es llegar a un acuerdo con el Govern que nos permita tener un equilibrio entre flora y fauna. En 2014 estuvimos hablando con el Govern y los técnicos y en aquella ocasión hablábamos de mantener un máximo de cabras en la isla con la idea de que no afectaran a la flora y poder mantener también la tradición. Llegó el 2015, hubo elecciones y cambió el gobierno y se acabaron las conversaciones. Desde entonces, el Govern no nos ha vuelto a contactar. La idea es retomar la posibilidad de restablecer un equilibrio que lleva existiendo en es Vedrà desde hace más de 750 años. Estamos hablando del siglo XIII, justo después de la reconquista del obispo Montgrí y en ese entonces ya había registros de que en es Vedrà había cabras. Consideramos que es compatible que el islote tenga cabras y plantas. Por supuesto que asumimos que no puede haber un rebaño de 100 cabras; queremos sentarnos con técnicos para ver qué número de cabras consideran que es aceptable para que la flora no se vea perjudicada y, de esta forma, poder continuar con la tradición.

—¿Qué cifra de cabras considera que sería la adecuada para coexistir con la flora del islote?


—Ninguno de los vedraners somos biólogos. La cuestión es para la flora cuántas cabras serían las aceptables y esto tienen que ser los biólogos expertos quienes lo digan. Sabemos claramente, porque lo hemos visto, que hay diversidad de opiniones entre biólogos, técnicos y veterinarios. Lo único que decimos es que allí llevan 750 años conviviendo las cabras con las plantas y alguna relación, pienso que buena, tienen que tener. Hasta 2016 no se había cuestionado que pudieran vivir cabras y plantas en es Vedrà. Quiero hacer especial hincapié que para la sociedad ibicenca y, sobre todo, para la de Sant Josep estas cabras son algo integrado en su cultura, patrimonio y forma de vivir. Todo el mundo conoce las cabras de es Vedrà y a nadie le supone un problema que allí haya cabras y que se vayan a coger. De hecho, es una tradición no sólo de los propietarios sino que también acuden familia, amigos y voluntarios.

—En el informe justificativo que presentaron con la propuesta mencionan otros casos similares del país, como la ‘rapa das bestas' de Galicia, que es fiesta de interés cultural.


—Sí, hemos visto otros casos similares en el resto de España. Cuando vimos la posibilidad de declarar la práctica BIC Inmaterial empezamos a descubrir cosas que desconocíamos, por ejemplo, el tema de la primera constancia de que en es Vedrà había cabras es que se le vende el islote a Tolosà Carnisser, que era un carnicero en 1252 que vivía en Dalt Vila y tenía una carnicería y que al cedérselo le obligaban al pago de un tributo anual. En ese documento no se habla de cabras, pero por lógica las había porque le cedieron el islote a un carnicero. En 1315 en una escritura figura que se vendía el islote junto con las cabras; esto lleva tanto tiempo metido en la sociedad de Sant Josep que es algo absolutamente natural, que siempre han estado allí.

—¿Han dado traslado al Govern de su propuesta?


—El punto en el que estamos es que el pasado día 20 de enero dimos entrada al documento en el Consell junto con el dossier justificativo. Mantuvimos una reunión con la consellera Sara Ramon [Cultura y Patrimonio] y Vicent Roig [Gestión Ambiental] porque el tema toca a dos vertientes. Ambas consellerias han dado traslado de la propuesta al Govern a través de cartas y estamos a la espera de que contesten.

—¿Qué piensa que contestará el Govern y qué quiere que conteste?


—Quiero que contesten que están dispuestos a sentarse a hablar y a mantener el equilibrio que ha existido durante 750 años en es Vedrà. Lo que pienso que harán, sinceramente, no lo sé.

—También han presentado la propuesta al Ayuntamiento de Sant Josep, ¿no?


—Tanto el alcalde como la concejala me dijeron que no compartían la manera de 2016, que no veían con malos ojos nuestra propuesta, pero que tenían que estudiarla. Uno de los requisitos que pide el Consell para que se declare BIC Inmaterial es un informe de Sant Josep; el Consell pedirá a Sant Josep que emita ese informe. El alcalde nos dijo que tenían que valorarlo.

—La matanza a tiros de las cabras en 2016 por parte del Govern generó mucho rechazo social. ¿Son las cabras de es Vedrà un símbolo de Ibiza?


—Pienso que sí. El movimiento social que se generó es por algo. En Mallorca, el Govern hace batidas de este tipo en la Serra de Tramuntana y creo que el Ejecutivo autonómico actuó pensando que en Ibiza podría hacer lo mismo y que no pasaría nada. Pero sí que pasó. La diferencia entre lo que pasa en Mallorca y lo que se generó aquí en 2016 es por algo y ese algo es el arraigo que tenemos a las cabras y a la tradición de ir a buscarlas. Es por esto que queremos protegerlas y proteger la tradición.

—¿Cómo recuerda ese febrero de 2016?


—Con mucho desánimo; dejó mucho desánimo en la isla esa actuación. La gente lo pasó mal, no gustó a nadie y pienso que no debería volver a repetirse, que es uno de los motivos por los que hemos pedido que se proteja la tradición porque temíamos que el Govern volviera a sacar ya las escopetas. Las personas que ahora tienen 70 u 80 años lo sintieron especialmente; después de la Guerra Civil en Ibiza hubo mucha penuria y las cabras de es Vedrà en esos años dieron de comer a mucha gente que a lo mejor no hubieran tenido la opción de comer carne en mucho tiempo. En la zona hizo mucho daño por lo que representan las cabras y porque durante muchos años y en la época de hambruna tras la Guerra Civil fueron el alimento de mucha gente.

—¿Se han planteado algún tipo de protesta si el Govern vuelve a matar las cabras a tiros?


—El Govern tiene dos posibilidades. Nosotros no estamos imponiendo nada, estamos pidiendo que se sienten a hablar, a dialogar con nosotros como hicieron en 2014. La otra opción que tienen son las escopetas de Mallorca, que es por lo que optaron en 2016.

—¿El nuevo Govern se ha puesto en contacto con ustedes?


—No, no ha habido ningún tipo de comunicación. Desde que ocurrió lo de 2016 a nosotros no se nos ha vuelto a consultar nada. Es más, han salido propuestas de animalistas y los partidos políticos se han posicionado, pero lo cierto es que a nosotros nadie nos ha contado nada, nos hemos ido enterando por la prensa. Es también un poco por esto que damos el paso adelante; es Vedrà es reserva natural, pero a los propietarios del islote nos gustaría decir algo, por lo menos, dar nuestra opinión. Es una tradición arraigada en la isla que queremos mantener y queremos sentarnos en una mesa de nuevo con el Govern y hablar de las posibilidades y de quién se ocupará de las cabras, que lo haremos nosotros.

—¿Ustedes entonces se harán cargo de los animales que saquen de es Vedrà?


—Lo veníamos haciendo hasta 2016 que se prohibió. Si tienes animales tienes que tenerlos en condiciones, vacunados, identificados y con chip y con control veterinario y estamos dispuestos a asumir estos gastos. Lógicamente, entendemos que el Govern quiera supervisar que todo se haga de forma correcta y estamos dispuestos a asumirlo y a hacerlo.

—¿Qué harán con las cabras que saquen del islote?


—Lo que se ha hecho normalmente cuando se sacan las cabras es que se incorporan al rebaño que se tiene en casa. Cada uno se las lleva a su rebaño particular.

—¿Qué opina de los proyectos de los animalistas para sacar las cabras?


—Lo hemos conocido todo por prensa; no nos han comunicado nada. La opinión que tienen es que se tienen que sacar todas las cabras de allí y nosotros queremos mantener la tradición y que se queden unas cuantas allí. Oímos todo tipo de versiones de gente que, en la mayoría de casos, sólo ha visto es Vedrà en foto; hay que saber de lo que se habla y conocer el terreno. Es que dicen ‘montamos allí un corral' y eso no es tan fácil de hacer. Digamos que hasta la fecha nos hemos mantenido un poco alejados del bullicio que se generó desde 2016 y nos hemos mantenido expectantes a todas las propuestas y opiniones que han ido surgiendo. Son posibilidades, pero pienso que con quien primero se tendría que hablar es con quien conoce el tema y lo ha vivido durante muchos años.

—Hay informes que dicen que desde la matanza de 2016 se ha recuperado la flora del islote.


—Entonces, esos informes nos están dando la razón porque no se consiguieron erradicar todas; quedaron unas cuantas con vida, creo que alrededor de una veintena y si se ha recuperado la flora con esa veintena quiere decir que tenemos razón. Sin han estado tantos años compartiendo la isla digo yo que se podrá mantener, evidentemente, no con 100 cabras, pero sí una cifra de cabras que permita un equilibrio entre todos.

—¿Han metido cabras en el islote después de la matanza de 2016?


—Absolutamente no. Está prohibido. Las que hay son las supervivientes de la matanza, que se han reproducido.