Hemos dejado atrás las fiestas navideñas y las Islas Pitiusas permanecen cerradas y vacías. La mayoría de comercios y establecimientos hoteleros permanecen con la persiana echada, las calles desérticas, todos hibernando. Ibiza y Formentera son ahora como Teruel pero mucho más caras. Habría que condecorar a los empresarios que optan por no cerrar durante estos meses de temporada baja. Tiene mucho mérito porque vivimos en la España vaciada, que lo sería aún más si no fuese por estos heroicos emprendedores.
Cualquiera puede ir una tarde desde la Marina hasta sa Punta de Talamanca y si se cruza con alguien, puede dar gracias. Por supuesto, la práctica totalidad de negocios están cerrados. Todo es frío, gélido, sombrío. Aún hay quien prefiere esto a la marabunta que nos invade en verano, pero uno no puede evitar pensar que una sociedad que hiberna es una sociedad defectuosa. No hay desestacionalización que valga. Me rio yo del “Better in winter”, un embuste colosal con el que se pretendió embaucar a un puñado de turistas incautos. “The desert is better” sería mejor. Y más ajustado a la realidad.
Éxodo de guardias. El 20 por cien de la plantilla de guardias civiles de Ibiza pide el traslado y sus vacantes no serán cubiertas. Ahora solo falta que en el aeropuerto recibamos con alfombra roja, ramos de flores y ‘ball pagès' a las bandas de delincuentes que aprovecharán la oportunidad que se les brinda. Porque no les quepa duda que vendrán a hacer su agosto y saquear lo que puedan. Pronto habrá quien exija al Gobierno que envíe más agentes, pero nadie planteará intervenir en la causa del éxodo. Los funcionarios en las Pitiusas están maltratados y padecen una doble insularidad que nunca es compensada adecuadamente. Poco quieres quedarse aquí y quién podría reprochárselo. Los negocios cierran y los policías y guardias civiles piden el traslado. Todo en orden.
Reparto del botín. Pero nada de esto intranquiliza a nuestros gobernantes, enfrascados como están en la disputa por el reparto de los 7,4 millones de euros del Consell d'Eivissa para que los ayuntamientos destinen a financiar obras. Cada cual a lo suyo. Nunca he visto un reparto de fondos que no sea criticable porque cada cual plantea el reparto como mejor le parece. Pero el hecho irrefutable es que Vicent Marí se anota un tanto al poner a disposición de los alcaldes una cifra nunca vista.
Una vez más los políticos se enzarzan en una discusión numantina, alejados de las preocupaciones de los ciudadanos. Pareciera que buscan motivos para el enfrentamiento, en lugar de tratar de solucionar los problemas que tenemos, que no son pocos. Y lo peor es que creen que eso les da votos, cuando lo que los ibicencos quieren saber es en qué van a gastarse los millones del PIOS. Pero eso no lo dicen. Mientras tanto, la isla se vacía y el éxodo continúa.
1 comentario
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Mallorquín, no sé cuánto lleva en Ibiza, pero se ve que no mucho. Hace solo unos pocos años la isla tenía la mitad de residentes. Entonces si que se podía ir por la calle en invierno sin toparse uno con nadie. Ahora eso ha cambiado, y mucho. En segundo lugar, no sé qué Ibiza conoce, pero la del verano le aseguro que no la quiero ni en pintura: atascos por doquier, todo colapsado, y todo para que cuatro empresarios se llenen los bolsillos mientras los iibcencos tenemos que sufrir ruido, tráfico colapsado y una penosa calidad de vida. Ante este panorama, sí, señor mallorquín, me quedo, sin pensarlo, con la Ibiza desértica de invierno que usted aborrece.