Según explicó ayer el concejal de Cultura i Patrimoni del Ayuntamiento de Ibiza y presidente del Patronato MACE, Pep Tur, se trata de una muestra «que liga el pasado del lugar donde nos encontramos con la contemporaneidad del arte». Una idea original y llamativa que, según Tur, «no hay en casi ningún museo del mundo».
El visitante se encontrará con una peculiar pero también original mezcla de obras y objetos. Según el folleto que se entregará a la entrada del museo, «en MACE Focus siempre se integran obras de anualidades pasadas que, como anfitriones, vienen a dar la bienvenida a las de nuevo ingreso». La idea es «fomentar el conocimiento, deslindando prejuicios, favoreciendo el pensamiento crítico, ampliando la mirada o ahondando en la sensibilidad, ya que la exposición permite observar el bagaje antropológico del ser humano y sus vertientes creativas a lo largo de la historia».
Piezas arqueológicas
La gran novedad que aportó MACE Focus fue enseñar junto a obras de arte contemporáneo distintos vestigios históricos de la antigüedad encontrados en los trabajos de excavación del solar del Baluard de Sant Joan, donde se construyó posteriormente el edificio anexo del museo entre 2007 y 2011. Por ello, la muestra va más allá de una única sala, «invitando al público a visitar el yacimiento, en la planta -2, y la Sala de Bóvedas de la planta 0, donde está instalada la obra de Edmund de Waal».
La idea fue un gran éxito y por ello la dirección del museo ha optado por ampliar el contenido arqueológico. El número de piezas ha aumentado y siguen estando perfectamente clasificadas por períodos: Época fenicia (siglo VI a.C.); época púnica (siglo IV a.C.); época altoimperial romana (siglo I. d.C.) y época medieval islámica (siglos X-XII).
Según la técnica de Patrimoni del Ayuntamiento de Ibiza, Rosa Gurrea, «son objetos de la cultura material doméstica» porque lo que se ha encontrado en los bajos del MACE «son restos de viviendas sin que esté confirmada la existencia de una actividad empresarial o algún tipo de industria». Así, «hay sobre todo vajillas domésticas, extractos de elementos de cocina o recipientes para guardar cosas, fundamentalmente ánforas».
También llama especialmente la atención un plato o fuente de producción itálica elaborada siguiendo la técnica de Terra Sigilata en el siglo I. d.C., en época Altoimperial romana. Presenta decoración en el fondo interior y un sello con las letras C.P. y en su base exterior dos grafitos post cocción con las letras NO, «que podrían corresponder a marcas de propiedad».
«Relato museístico»
Por su parte, la directora del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa, Elena Ruiz, aseguró que las obras forman parte de un relato museístico que invita al visitante a seguir un recorrido muy concreto. Así, de izquierda a derecha, según se entra en la Sala de Armas hay obras nuevas y otras que ya estaban en el fondo del museo pero no se exponen habitualmente. La idea es «que el visitante investigue en la historia a través del arte contemporáneo y unos números de catalogación que aparecen en el folleto explicativo».
La primera es una obra pintada por el artista alemán Edwin Bechtold en 1954. Según Ruiz, con ella se quiere plasmar la «idea de la plasticidad de la materia». Se trata de un políptico o cuadro compuesto de varias tablas pintadas con formas blandas «que ilustran lo que fue el barro para el hombre primitivo como sustancia blanda y maleable a la hora de construir cerámica cocida».
La segunda obra es del cántabro Juan Uslé. Elaborada en carbón, formó parte de la exposición que el museo le dedicó en junio de este año bajo el nombre Notes on SQR y «recoge la idea de isla como paraíso mental y cuna de pueblos que llegaron hasta aquí para asentarse y crear su civilización».
El tercer cuadro es del ruso afincado en Ucrania Pavel Makov. Es un aguafuerte sobre papel que recibió el premio en la bienal Ibizagrafic de 1994 y que, según la directora del MACE, «recoge el deseo del hombre de crear sus ciudades, al principio de forma caótica y junto al mar, como en el caso del yacimiento que se ha encontrado en el museo».
Siguiendo el recorrido, el visitante se encontrará con el segundo trabajo de Bechtold, una serie de ocho serigrafías sobre papel de 34 x 34 centímetros. «Son trabajos figurativos muy poco comunes en su trayectoria pero que reflejan una habitación, el lugar donde se vive la intimidad y se desarrolla la vida doméstica y el drama humano», apuntó.
El mundo interior, los sueños y el subconsciente, muy presente en las civilizaciones antiguas, aparecen reflejadas con el quinto cuadro del recorrido, una serigrafía sobre papel del suizo Hans Hinterreiter que es además una de las nuevas adquisiciones del MACE.
La sexta parada nos detiene ante otra serigrafía sobre papel, en este caso del belga Gilbert Herreyns. Con ella, «a través de las premisas que marca la obra, el espectador podrá reconocer el deseo que tenían los romanos de ordenar racionalmente sus ciudades, partiendo del cardum y el decumanum, aunque en Ibiza no fue del todo exacto ya que su ciudad se asentó sobre los restos fenicios y púnicos».
Después, llegamos a la búsqueda del Mínimo armónico a través de una obra del mismo nombre, restaurada por el museo. En ella, el escultor francés fallecido en Santa Eulària, Marcel Floris, «plasma la eterna búsqueda por parte del ser humano de alcanzar la armonía y la belleza».
La octava obra es una creación del alemán, también fallecido en Ibiza, Rainer Pfnür. Se trata de un tríptico formado por dos óleos sobre lienzo y una serigrafía sobre un espejo con la figura del dios Bes. En este caso, según Ruiz, «marca la deidad y el impulso creador, a través de dos grandes brochazos en color negro».
Llegando ya al final, las siguientes obras están colocadas justo enfrente de los restos de cerámicas de la época medieval islámica. Son un tríptico de serigrafías sobre papel del norteamericano Don Kunkel «que plasman la necesidad de belleza a través del arabesco que protagoniza la cerámica de esta época», y dos nuevos grabados de Hinterreiter en los que se hace referencia «a la perspectiva, a la rueda y a la estrella de muchos puntos que simbolizaban en ocasiones la deidad islámica».
Finalmente, el recorrido culmina con dos piezas, una en color y otra en blanco y negro, pintadas por el austriaco Felix Waske con lápices de colores, tinta china y acuarela. Con ellas se culmina el recorrido «recordando la distancia reflexiva».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.