Pablo Alfaro, a la izquierda del todo, y varios jugadores de la UD Ibiza, durante la recogida de residuos de ayer. | Marcelo Sastre
Es difícil detectarlos con un vistazo rápido, pero si nadie los retira tardarán cientos de años en descomponerse. Son los microplásticos, una de las enfermedades silenciosas que sufre nuestro patrimonio natural. En las playas y calas ibicencas, pequeños envoltorios o tapones de botellas se ocultan semienterrados en la arena o enmarañados bajo una montaña de posidonia.
La Unión Deportiva Ibiza se sumó ayer la ilusión de eliminar este residuo tan contaminante de la naturaleza insular. En colaboración con la Fundación para la Conservación de Ibiza y Formentera, los futbolistas de la primera plantilla y el cuerpo técnico llevaron a cabo una limpieza de microplásticos guiados por Giada Forneris, una de las responsables de Eivissa Sense Plàstic, colectivo que aspira a que las Pitiusas destierren los plásticos no reutilizables de cara a 2023.
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