La sentencia señala que el acusado, de 40 años y en prisión provisional desde el pasado verano, fue sorprendido por tres agentes cuando ofrecía estupefacientes a dos turistas en un callejón próximo al Passeig de ses Fonts.
Los agentes, que participaban en un dispositivo contra la publicidad dinámica e iban vestidos de paisano, observaron la transacción y se acercaron al sujeto identificándose como policías. Según el relato de hechos probados, el hombre intentó darse a la fuga, mordiendo en el brazo a uno de los policías que intentó detenerle.
Cuando un segundo agente local acudió en ayuda de su compañero, el individuo continuó resistiéndose y los tres cayeron al suelo en el forcejeo, causando la fractura de una mano al segundo agente.
Ante esta tesitura, un tercer agente acudió en ayuda de sus compañeros y consiguieron reducir y detener al individuo en el suelo.
Poco después llegaron otros dos agentes uniformados para trasladar al sujeto a dependencias policiales. No obstante, el hombre mantuvo su violenta actitud y a pesar de estar engrilletado, continuó forcejeando y propinó una patada a otro policía, causándole una luxación en la mano izquierda.
«Violencia extrema»
Durante el juicio celebrado el pasado 9 de mayo, los agentes subrayaron ante el tribunal que el acusado empleó una «violencia extrema». De hecho, uno de los agentes aseguró que hasta la fecha «no se habían topado con una persona tan violenta». Por su parte, el acusado, de origen senegalés, rechazó cualquier acuerdo de conformidad y negó las acusaciones.
Al ser cacheado, los agentes interceptaron al individuo distintas cantidades de cannabis, ketamina, éxtasis y 116 ampollas metálicas con óxido nitroso, así como varias decenas de globos de colores y dos dispensadores para la distribución del gas de la risa.
El tribunal le condena por un delito de atentado contra la autoridad, un delito contra la salud pública, un delito de lesiones y dos delitos leves de lesiones.
El hombre ya había sido condenado por delitos similares apenas unas semanas antes de su detención, por lo que la sentencia recoge el agravante de reincidencia en todos los delitos.
La Fiscalía solicitó inicialmente una pena de 12 años de prisión.
La Audiencia Provincial le impone una condena de tres años por el delito de atentado y una condena de cuatro años y medio por el delito contra la salud pública.
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