Alfredo Pérez Rubalcaba junto a Sofía Herranz y Albert Marí en un acto del PSOE en Ibiza en noviembre de 2011 | Marco Torres

Ha muerto muy joven Alfredo Pérez Rubalcaba. Antes que él murió José Antonio Alonso, aún más joven. Siempre que alguien muere a edad temprana se le queda a uno el cuerpo helado. También se fue Carme Chacón y un poco antes mi admirado y querido Pedro Zerolo.

Todos ellos eran personas íntegras, convencidos socialistas a quienes nada les era ajeno y trabajadores incansables para cambiar la realidad del país. Conocí a Alfredo Pérez Rubalcaba siendo él ministro del Interior. Nos presentó José Manuel Sánchez Fornet en el IX Congreso nacional del Sindicato Unificado de Policía (SUP) donde me fue entregada la insignia de oro del sindicato. Desde el minuto uno fui consciente de estar delante de un político íntegro, inteligente, educado y movido por una sola cosa: el interés público.

Hacía poco que yo había dejado mis responsabilidades al frente de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), la organización profesional mayoritaria de la Guardia Civil. Tras un periodo de gran conflictividad laboral, con movilizaciones que fueron noticia de portada y que abrieron telediarios, conseguimos que el PSOE cumpliera su programa electoral y reconociese legalmente derechos que hasta ese momento habían sido negados a los guardias civiles: las asociaciones profesionales y un régimen disciplinario moderno donde no hubiese sanciones de privación de libertad, algo anacrónico e injustificado.

En aquella época conocí a Rubalcaba, Alonso, Fernández de la Vega, Justo Zambrana, Antonio Camacho… Todos ellos personas admirables, de sólida formación intelectual, inteligentes, empáticos y amables. Y eso que éramos rivales… Me duele mucho ver cómo gente de aquella talla política y personal desaparece de la vida pública y sus recambios son personas radicales sin otro criterio que el que les marca su partido. Sin otro objetivo que el de beneficiar a su formación política a la que, por otra parte, todo le deben.

Ahora que todo son elogios y encomios para los que tan tempranamente se fueron de este mundo, pediría que piensen en su legado y en lo que de forma unánime todos elogian. ¿Serán capaces los políticos y gobernantes de ahora estar a su altura? Lo dudo.

Nada decidido el 26-M. Todos insisten en que no hay nada decidido de cara a las elecciones del domingo 26. Y es cierto porque los votantes no se comportan del mismo modo a la hora de elegir a los diputados y senador en Madrid que a la hora de escoger al alcalde y a los concejales de su ayuntamiento; o a los consellers de los consells insulars. Aquí el nombre cuenta mucho, muchísimo. Mucho más que las siglas del partido político con las que se presenta. Diría que eso es casi lo de menos. Gran parte de los electores que en las elecciones generales se dejaron llevar por lo que ven en la televisión sobre los líderes de los partidos nacionales, a la hora de votar en sus ayuntamientos se guiarán por su percepción personal sobre los candidatos. Y desde ese punto de vista, no hay nada escrito por lo que el nerviosismo es máximo entre la clase política. Excesivo. Convendría serenarse.

Eventos rentables. El Consell d'Eivissa encargó a la UIB un estudio para cuantificar el impacto económico de las ocho grandes pruebas deportivas que se celebran en la isla. Los expertos afirman que aportan más de 13 millones de euros, una cifra más que considerable. También los eventos gastronómicos y culturales en temporada baja son un aporte extraordinario de visitantes que repercute en la economía insular. No puede despreciarse en absoluto, sino todo lo contrario, deben potenciarse. Que nadie piense que es tirar el dinero, porque no lo es en absoluto. Y además, el nivel que en los últimos años se está alcanzando en eventos como la Pasarela Adlib o las jornadas gastronómicas Ibiza Sabor, con participantes de renombre internacional, deben ser motivo de orgullo para todos los habitantes de Ibiza.


Feliz domingo.