El local parroquial de Jesús se quedó pequeño para albergar a tantos tejedores de palmas. | Irene Arango

Con una laboriosidad impresionante unos 40 vecinos de Jesús se han estado reuniendo durante toda la semana en el centro cultural junto a la parroquia. El objetivo es tejer las palmas con las que celebrar el Domingo de Ramos. La tradición manda que el día que da comienzo la Semana Santa, el Domingo de Ramos, los fieles acuden a la misa con palmas o ramas de olivo para conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén, donde fue recibido del mismo modo por la muchedumbre.

Pero no se trata de simples palmas, sino que son verdaderas obras de arte hechas a mano, con filigranas entretejidas. Además, estas palmas bendecidas son luego conservadas en cada casa hasta el año siguiente, muchas veces colocadas en balcones, en lugar bien visible. «Si no hace bien, tampoco hace mal», explica entre risas María Roig, una de las que más sabe y que se encarga de elaborar las piezas más delicadas y complicadas de hacer.

«Yo aprendí de un vecino que ya murió, Toni Benet. Nos enseñó a mi marido y a mí, pero mi marido se cansó y lo dejó. Yo seguí y me gusta mucho», afirma María.

El sábado de la semana pasada fueron algunos hombres a buscar las palmas. El dueño de las palmeras se las regala y del mismo modo ellos y ellas las regalan y no quieren cobrarlas.
Durante toda la semana se juntan por la tarde para preparar las palmas. «Todos nos conocemos», dice María. Además de trabajar conversan e incluso cenan juntos los días en que están en el local tejiendo las palmas. Los hombres se encargan de hacer la base de la palma y las mujeres de tejer los adornos.

María afirma que le gustaría que esta tradición no desaparezca. Parece que al menos en Jesús, por ahora no hay peligro. La afición queda patente con estos cuarenta vecinos que deberán pasar el testigo a gente más joven.