La incidencia en Ibiza es de 10,9 casos por cada 100.000 habitantes, según los datos de 2017, una tasa dentro de la media nacional, con 10,59 casos en 2015. La incidencia de Ibiza es muy similar a la de Palma, con 10,6 casos, aunque hay que tener en cuenta la diferencia de población. «Es relativamente alta por la población que se tiene. Hay comunidades que tienen más casos como Cataluña o Galicia, pero son incidencias altas por la población relativamente menor que hay en la isla y tenemos más casos», explicó Roberto Oropesa. De hecho, la tasa de las Pitiusas está por encima de la de Mallorca, aunque los casos han ido bajando en los últimos cinco años ya que de 16,2 casos se ha pasado a 10,9. «Se ha reducido el 50% los casos», apuntó.
Sin erradicar
Al contrario de lo que se piensa, la tuberculosis no es una enfermedad erradicada ni se limita a los países más empobrecidos. «En el mundo hay diez millones de casos, es la novena causa de mortalidad global en el mundo y la primera por enfermedad infecciosa, superando en mortalidad al VIH; no es una enfermedad erradicada para nada, hay planes de la OMS para erradicarla en 2030 y 2035, no es tan infrecuente», apunta Oropesa. La tasa de pacientes en Europa del Este, en países como Rusia o Rumania, es mayor, «pero en el primer mundo también hay», precisó Sara Escrivá. En Rumanía hay 76 casos por cada 100.000 habitantes y a nivel mundial, es de 133 casos.
El 42% de los pacientes de Can Misses son extranjeros, pero no todos son inmigrantes. Africanos, subsaharianos, alguno de Europa del Este, asiáticos, tailandeses o filipinos pero también hay ibicencos autóctonos. En números absolutos ha habido 24 casos declarados en Ibiza y Formentera en 2018 y 17 el año anterior. Han subido respecto a 2017 aunque la tendencia va decreciendo los últimos años, en torno a una media de 20 casos anuales.
La tuberculosis es una enfermedad infecto contagiosa, pero no tanto como una gripe. Tiene una progresión lenta en el que el paciente puede llevar varios meses tosiendo y se puede confundir con un catarro, en el caso de una tuberculosis respiratoria, hasta que decide ir al médico y cuando acude a la consulta ya ha contagiado a otras personas en su casa por transmisión aérea.
Una vez que se diagnostica necesita un tratamiento antibiótico. «La mayoría se pueden curar en seis meses pero hay casos que necesitan nueve o doce meses, depende del tipo de paciente y la infección», apunta la doctora. Si no se trata puede desencadenar la muerte, como hace cien años. El tratamiento tiene dos fases, la primera es intensiva y puede llevar a tomar nueve pastillas al día los dos primeros meses y en los cuatro meses posteriores, dos al día. «Hay que concienciar a una persona que tiene que tomar nueve pastillas al día cuando los primeros días es cuando nota mejoría. Si no se lleva un control puede generar mucha resistencia a los medicamentos y tenemos un problema muy emergente que es la tuberculosis multirresistente a los fármacos estándar del tratamiento y requiere muchas más pastillas, más tóxicas y con menos porcentajes de cura», apostilla Oropesa.
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