Mientras en el patio se iba preparando el cerdo para el arròs de matances, la sobrasada y la botifarra, María, en la cocina de la finca Can Tomeu, amasaba en un enorme lebrillo cinco kilos de masa para hacer orelletes. Las manos se le quedaban pegajosas cada vez que las metía para revolver la mezcla de harina, huevo, anís, ralladura de limón y algún ingrediente más. «Esto enseguida se queda amasado y ya no se pega tanto», explicaba a los curiosos que la rodeaban.
Una estampa similar a la que habría en una casa el día de la celebración de las matances, pero llena de curiosos a los que María y Antonia atendían con paciencia mientras trabajaban para hacer las orelletes al estilo de Sant Jordi. Diferente al de Sant Josep en que, mientras éstas tienen una forma más redonda, aquellas son más parecidas a una oreja, con una forma de media luna.
En el patio Esidro, de can Esidro, dirige el despiece del cerdo negro ibicenco de 150 kilos, que se queda en 120 cuando ya está limpio. Ya habían preparado la carne para el arròs de matances solidario a favor de la Cruz Roja, y preparaban la carne para unos «50 kilos de sobrasada y 15 de butifarra», así a ojo.
A los más pequeños eran las cabras, ovejas, cerdos y conejos autóctonos lo que más les llamaba la atención. Apenas 20 segundos de atención le merecía a una pequeña el espacio dedicado a las herbes eivissenques en el que curioseaba su madre. «¿Me puedo ir a ver a los cerdos?», le decía. El Feim Barri, Feim Tradicions, organizado por la concejalía de Participació i Barri del Ayuntamiento de Eivissa, reunió a casi 300 personas a la mesa para disfrutar de esta fiesta y aprender sobre música, artesanía y gastronomía. Para el fin de fiesta, algunos afortunados se pudieron llevar a casa un cesto de productos típicos que se sorteó con los boletos del arroz.
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