Carmen Escandell, gerente de Can Guillamó, ha interpuesto tres denuncias en la Guardia Civil. | Marcelo Sastre

Hace poco más de una semana, el restaurante Can Guillamó, en Sant Antoni, recibió un comentario negativo en su página de Facebook a través de un perfil falso: «Indignante el ambiente creado por la noche. La camarera nos ofreció drogas a mí y a mi pareja. ¡Vergonzoso!».

Ante esta situación, Carmen Escandell, gerente del restaurante, contactó con la empleada que trabaja en el turno de tarde-noche por la «seriedad» de las acusaciones. «En ese momento me explicó su caso. Me contó que tenía una expareja que le estaba dando muchos problemas, que le amenazaba y le llamaba constantemente», apuntó.

De hecho, la víctima lleva solo un mes trabajando en Can Guillamó porque el restaurante en el que estaba anteriormente la despidió precisamente por los problemas que tuvo con su el hombre con el que mantenía una relación. «Yo le dije que eso no iba a pasar y que estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera posible, siempre y cuando no retirara la denuncia», remarcó Escandell. Y es que la trabajadora había denunciado meses atrás, pero había retirado todas las denuncias.

En este momento, hay seis denuncias interpuestas en la Guardia Civil contra este hombre: tres por parte de la trabajadora y tres por parte de la gerente. «La última fue el sábado cuando me llamó a altas horas de la madrugada y me dijo que me iba a quemar el restaurante y que me iba a matar», reiteró Escandell quien dijo haber hablado por teléfono con él en una ocasión. «Cuando me enteré de todo esto le llamé para preguntarle por qué actuaba así. Se puso chulo y, a partir de ahí, empezó a llamarme y a mandarme mensajes continuamente», puntualizó.

Llamadas y mensajes despectivos y con amenazas, los mismos que recibe la víctima. «A esta chica le puede hacer 300 llamadas en horas de trabajo; el teléfono del restaurante no para de sonar nunca», detalló la gerente. «Cuando llama y coge el cocinero, el único varón que trabaja en el restaurante, le pregunta que cuánto le paga para que se la chupe», lamentó Escandell. Este tipo de preguntas también le llegan a la hija de la víctima, de 13 años, por mensaje.

Escandell admite que la opción fácil hubiera sido despedirla, pero esa no es la solución. Reconoce que ella no va con miedo a trabajar a diferencia de su trabajadora que piensa que, en cualquier momento, su expareja puede seguirla con el coche cuando sale de trabajar. Sin ir más lejos, ha tenido que cambiar su residencia por este motivo. «Vamos a intentar cambiarle el turno a partir de la semana que viene para que trabaje de mañana», añadió.

La gerente de Can Guillamó alabó el apoyo que están recibiendo no solo por parte de la Guardia Civil, sino también de sus clientes habituales. «Se lo agradecemos mucho porque así nos sentimos más fuertes y vamos a por todas. Además, nuestros clientes no dejan que cierre el restaurante sola y el cocinero se queda una hora más solo para esperarla», detalló.

Ayer, la víctima volvió a la comisaría para ampliar la denuncia. «Lo que nos preocupa es que él nos encuentre a nosotras antes de que la Guardia Civil le encuentre a él». Y es que, según comentó Escandell, los antecedentes no son buenos. «Ella y su hija están amenazadas de muerte. Una vez le quemó toda la ropa y le destrozó el coche y aún no ha sido localizado. No nos va a aplacar, pero por desgracia cada día entierran a mujeres».