Estos bloques rocosos pertenecen a los acantilados de Baleares y la llegada de tsunamis los arranca de sus ubicaciones originales, los eleva y los deja tierra adentro. Según Rodríguez Perea, «hemos detectado rocas 136 metros tierra adentro en la Illa de l'Aire, en Menorca, de hasta 250 toneladas también en la Illa de l'Aire, y a una altura máxima de 25 metros respecto a su ubicación original en el acantilado, en este caso en Punta Nati, igualmente en Menorca. En Mallorca, la distancia media de arrastre es de 34 metros tierra adentro, pero hay máximas de 60».
Un tsunami generado en la costa de Argelia puede llegar a las costas de Baleares en 40-45 minutos. El terremoto de Argelia del 21 de mayo de 2003, con una intensidad de 6,9 en la escala de Richter, se registró a las 18.44 horas y a las 19.25 llegaba un tsunami a la costa meridional de Mallorca, una diferencia de 41 minutos. En este sentido, el grupo de científicos ha datado 12 referencias de este tipo desde 1660 que han afectado a las costas de Balears, lo que significa una recurrencia de unos 30 años.
No obstante, a partir del análisis con carbono 14 de la fauna incrustada en las rocas, se han podido datar tsunamis de hace 460 y 1.400 años. Así, Rodríguez Perea señala que «de los 5.000 bloques que tenemos localizados, unos 50 presentan fauna incrustada. Para arrastres más recientes, existe el método de analizar las nuevas karstificaciones que presenta la roca después de haber sido depositada por el tsunami. De esta manera, también se pueden datar deposiciones concretas de tsunamis».
Existe un relato del santanyiner Nicolau Ferrer, que en 1756 que describe la llegada de una ola gigante que arrastró un bloque de dos toneladas y dejó peces dos kilómetros tierra adentro.
Las rocas arrastradas por tsunamis se concentran en Baleares en el sur y este de Mallorca (desde Campos-ses Salines hasta Artà), en el oeste, norte y este de Menorca, en el oeste y noreste de Eivissa, y en el norte de Formentera.
De esta manera, los tsunamis acumulan el agua como si el nivel del mar fuese ascendiendo y cuando superan la altura de los acantilados, inundan la plataforma litoral arrancando y arrastrando tierra adentro bloques grandes.
Además, el resultado y la duración de este flujo, frecuentemente, dispone los bloques en imbricaciones similares a las de los coches acumulados y superpuestos tras una riada.
Rodríguez Perea concluye que «tenemos tsunamis que llegan a Baleares desde Argelia y tenemos bloques sobre plataformas litorales que han sido arrancados del acantilado y que se encuentran a metros de su ubicación original. Suelen presentar imbricaciones o acumulaciones de rocas que son indicadores de un flujo continuo.»
Perea reflexiona: «Hay situaciones similares en otras regiones mediterráneas, cosa que nos indica que no podemos ignorar el riesgo que estos fenómenos pueden representar y, en particular, para la industria turística».
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