En la salida se podían ver muchos paraguas contra el sol, con los que también tuvieron que luchar ayer con el viento que soplaba con fuerza en toda la isla. Se trata del tercer año que se celebra esta actividad, tantos como años tiene Apaac. La asociación la conforman cuatro trabajadores, unos 200 socios y 30 voluntarios.
Apaac tiene un convenio con Can Misses para trabajar de modo conjunto. «Ese margen que ellos no tienen para atender a tanta demanda de pacientes es el que nosotros atendemos», indica su administradora, María José Albert, quien explica que cada año se encuentran «más casos de cáncer». Cuentan con un trabajador social y dos psicooncólogas.
Si bien explica que actualmente en Ibiza existe un buen servicio de oncología, muy bien organizado y que permite que prácticamente todos los tratamientos contra el cáncer se puedan hacer en la isla, también reivindica la necesidad de que la presoterapia también la financiase el IBSalut. Se trata de un tratamiento contra el lifedema, uno de los efectos secundarios del cáncer de mama, y que actualmente lo financia la propia asociación pagando un fisioterapeuta.
Lucha del día a día
Caminaba ayer, contenta junto a su perrito, Loli. Le diagnosticaron cáncer de mama el 5 de noviembre de 2014. La fecha se queda grabada. El mismo día 16 le operaron. «Era un bultito de nada que en tres meses llegó a los ocho centímetros», por lo que los médicos consideraron necesario quitar la mama. La grasa para reconstruirla se la sacaron del vientre y eso le ha provocado muchos dolores. Además, con la quimio y la radio pasó meses muy malos.
Dice que el apoyo es fundamental. En su caso, el de su familia, sobre todo sus nietas, y el hablar de ello con otras personas que estaban pasando por lo mismo. Conocer las situaciones de tanta gente que había pasado por algo igual o peor le ayudó a luchar y a «ser más fuerte que el cáncer».
Y es que para María Martínez «está enfermedad le llega a gente con mucha capacidad de lucha». A ella el cáncer de mama le llegó en forma de «un papelito del consell» que le recomendaba hacerse un revisión. Se la hizo junto a su marido y llegó «la destrucción psicológica» de saber que estaba mal cuando ella se encontraba bien. Le diagnosticaron cáncer de mama hace dos años. La enviaron directamente a cirugía. Ella pensó que se habían equivocado, pero no. No era un cáncer invasivo, pero había que quitar el pecho.
Destaca el apoyo que recibió por parte de los médicos que le atendieron en Palma. La lucha para ella es ahora psicológica. El tratamiento, de cinco años, incluye una pastilla que «produce dolores musculares, articulares y de cabeza». A nivel estético no tiene ningún problema. «Estoy viva, y al final es creerse uno que es tan importante con o sin».
«Es un tema muy importante y que nos atañe a todos», indicaba Candela Rosso, quien explica que hoy todo el mundo, más cerca o más lejos, conoce a alguien con cáncer. «No sabes si le va a pasar a un amigo, a un familiar, a una compañera...es una cuestión de solidaridad personal. Un granito de arena de cada una hace una montaña».
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