La masificación turística en la isla es un hecho para la plataforma ciudadana Prou!, por lo que mañana han convocado una manifestación a las 19.30 horas en Vara de Rey para protestar y exigir más medidas para controlar la situación y reducir su impacto negativo no sólo en la vida de los ibicencos sino también en el entorno natural de la isla. Para saber más al respecto, hablamos con Carme Torres y Neus Escandell, portavoces de Prou!

—¿Cuál ha sido el detonante para convocar esta manifestación?
—No ha habido uno sólo, ha habido muchos motivos para convocar la manifestación de mañana. Lógicamente, lo más espectacular en los últimos meses ha sido la renovación del complejo turístico de Cala Xarraca, que ha tenido mucha repercusión social y mediática. Sin embargo, esto no quiere decir que sea el único problema que tenemos en la isla, hay muchísimos. Por eso hemos querido mostrar nuestro descontento y el del resto de los residentes de Ibiza antes del inicio oficial de la temporada que nos viene encima. Protestamos porque no vemos una voluntad política clara de querer parar esta situación. Sí que es cierto que parece que vamos en esta línea, pero, por el momento, no hay ninguna medida seria.

—¿Qué novedades hay respecto a Xarraca Bay?
—Hace un mes nos reunimos con el alcalde de Sant Joan, Antoni Marí Carraca para exigir la paralización completa de las obras; nos dijeron que nos contestarían cuando tomaran una decisión, pero no hemos recibido ninguna respuesta.

—Volviendo a la manifestación, hace unos días contaban con la colaboración de 32 agrupaciones, ¿se ha sumado alguna más?
—Esta misma mañana nos han confirmado que ya son 35 las entidades culturales, ecologistas y asociaciones de vecinos de toda la isla. Tenemos esperanzas de que esta cifra siga aumentando en los próximos días y si es posible superar o al menos llegar a las 40. De entre las agrupaciones colaboradoras destacan el GEN-GOB, el Institut d'Estudis Eivissencs, Amics de la Terra o el Fòrum per la Memòria Histórica d'Eivissa i Formentera.

—¿Por qué deberían acudir los ibicencos a esta manifestación?
—Nosotros esperamos que la sociedad ibicenca salga en masa a protestar por la situación actual en la isla. Todo apunta a que vendrá mucha gente, pero nosotros no vamos a intentar convencer a nadie para acudir. Las evidencias de las consecuencias negativas que tiene la masificación turística son claras en el día a día de los residentes y el entorno. Nosotros lo único que podemos hacer es convocar la manifestación y esperar su apoyo.

—¿Cuentan con algún apoyo político?
—Al final, hemos decidido que no recogeremos las adhesiones de ningún partido político. No estamos en contra de ellos, pero no consideramos oportuno darles voz en esta ocasión. Los partidos tienen otros medios para hacer publicidad en este tema. Eso sí, todo político como ciudadano será más que bienvenido a participar en nuestra protesta.

—¿Cuáles dirían que son las consecuencias directas de la masificación turística?
—El caos total. A corto plazo, lo que estamos viendo es que hay un exceso de gente, sobre todo de vehículos. No cabemos en la isla. El tema de la vivienda es otra consecuencia, si no directa, directísima de esta masificación, ya que ha provocado la turistificación de determinados alojamientos que hacen que no haya alquileres disponibles para los trabajadores. Por otra parte, la conversión de las playas en discotecas a pie de mar con los beach clubs ha causado que estas zonas ya no sean un lugar de destino para descansar y disfrutar de un buen día. Los que quieren discotecas tienen suficientes para elegir en la isla, no hace falta crear un ocio diurno ni en las playas ni en el mar con los party boats. Tenemos que recuperar las playas no sólo para que los ibicencos puedan disfrutar de ellas, también para los que nos visitan.

—¿Qué opinan de la postura del Consell d'Eivissa con respecto a la supresión de los beach clubs?
—Ojalá que no quede sólo en un bonito titular. Es una afirmación muy peligrosa y nos preocupa que los beach club se acojan a la legislación turística que aprobó el expresidente Bauzá para conseguir los permisos. Esta ley establece que un restaurante o bar puede tener actividades complementarias, que en su caso podría ser la música.

—¿Y en cuanto a que haya que pagar para aparcar o llegar a la playa?
—Es la mejor solución que han encontrado por el momento contra la masificación en nuestras costas. Este tipo de medidas son necesarias y esperamos que se sigan aplicando por la peligrosa situación que se vivía en playas como Cala Salada. Aunque, eso no quita que, por ejemplo, el servicio de autobús lanzadera que conecta con esta playas debería ser gratuito para todos.

—¿Qué modelo turístico es viable según ustedes?
—No se trata de demonizar el turismo de sol y playa; cualquier tipo de turismo puede traer consigo consecuencias negativas si no se sabe gestionar. Ya se ha comprobado con el turismo cultural en Venecia o Barcelona. No importa que se cambie al turismo natural, del que tanto se habla, si se masifica del mismo modo que el de sol y playa, estaríamos frente al mismo problema.

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—Pero, ¿prefieren algún modelo en particular?
—Si tuviéramos que elegir un tipo de turismo, desde luego que no serían el de ocio y lujo. Últimamente, se está apostando mucho por el turista de alto poder adquisitivo en lo que parece ser un proceso de convertir Ibiza en la isla de los ricos. A nuestro parecer, este modelo es muy peligroso porque solo enriquece a unos pocos. Hay que ser conscientes de que la isla dispone de una amplia oferta complementaria que no se acoge al lujo que buscan estas personas. Tenemos muchos tipos de bares, restaurantes y tiendas que están destinados a la clase media, el tipo de turismo que nos gustaría recuperar para Ibiza. Es un error pensar que el turismo de lujo es el único que ofrece calidad; siempre hemos vivido de la clase media y la cosa no nos ha ido tan mal.

—¿Podrían aclarar cuál sería el impacto a largo plazo de la masificación turística?
—Sin ir más lejos, cada temporada perdemos atractivos, como si fueran prendas que una persona se quita por el camino. Si no son playas, son entornos naturales, Botafoc, el muelle de Ibiza e incluso viviendas en alquiler para los trabajadores. Lo peor es que no somos conscientes del valor que tienen estos atractivos para los turistas, a fin de cuentas éstos eran los motivos por los que tanta gente quería venir a Ibiza. Por eso hay que salir a protestar mañana y reclamar su protección.

—Lo que está claro es que esta masificación no afecta sólo a los residentes.
—Totalmente de acuerdo. Imagina toda esa gente que planifica sus vacaciones en Ibiza y se encuentra con que pasa más tiempo en un atasco que en la playa. Y que, cuando llegan a ésta, tampoco puede descansar por la cantidad de gente. O que vayan a Vila y no puedan visitarla porque no hay aparcamiento. Todo esto va en nuestra contra. La situación de nuestra competencia turística está mejorando, por lo que si seguimos sin poner freno a esta masificación, la gente se irá a otros destinos.

—¿Qué proponen para evitar la masificación?
—En primer lugar tiene que haber voluntad política. Son ellos quienes tienen los recursos para poner límites y medidas. Consideramos que una de las más necesarias es limitar el número de líneas aéreas y marítimas que llegan en verano a Ibiza. También incrementar el control y la limitación del número de vehículos que entran. Estamos en una isla pequeña y limitada. En Formentera ya se están poniendo las pilas, y en Ibiza aún se sigue hablando de estudios.

—De hecho, no se sabe cuántos vehículos entran en la isla a través de los rent a car.
—Claro que no. No sabemos nada, estas empresas multinacionales que se han instalado en Ibiza no son transparentes. Las propias empresas de alquiler locales han confirmado que no pueden controlar ni tienen claro el número de coches que tienen estas grandes empresas. Es más, si necesitan ampliar la flota de vehículos llaman a la central y se lo envían por vía marítima sin ninguna supervisión. Como resultado, las carreteras se colapsan con coches que ni si quiera están matriculados ni pagan impuestos en la isla.

—¿Consideran que la limitación horaria en el West End de Sant Antoni es un ejemplo a seguir?
—Por supuesto. Habría que aplaudir que el Ayuntamiento de Sant Antoni haya comenzado a aplicar medidas por el bien de los vecinos, si acaban siendo buenas o no ya se verá. Pero en principio, nos parece muy buena iniciativa. Asimismo, Formentera es otro ejemplo en el que fijarse con medidas para la limitación de la entrada de vehículos en la isla.

—¿Cómo calificarían la actuación de los partidos políticos ibicencos hasta ahora?
—Falta más compromiso, no hay una voluntad política real y clara. Sabemos que en el Consell solicitará un estudio para Ibiza, algo que llega tarde y que personalmente nos sorprende y molesta si tenemos en cuenta que es el último año de legislatura. Está claro que hay que hacer estudios, pero se tendrían que haber hecho hace mucho tiempo.

—¿Se podría decir que con esta manifestación ustedes están a favor de la turismofobia?
—Ni por asomo, eso es una locura. A nosotros nos interesa el turismo bien gestionado y sensato, sin que intervenga en nuestro día a día, ni perjudique nuestra calidad de vida, el principal atractivo para la gente que viene aquí. El turismo tiene que ser un beneficio no un sacrificio para los residentes, que en definitiva es lo que acabará generando esta turismofobia dentro de la propia sociedad.

—¿Es posible la convivencia entre turistas y residentes?
—Lo ha sido durante muchos años, así que por qué no podría serlo ahora. La clave está en el respeto mutuo. Ellos no son culpables de la situación que vivimos, nosotros también somos turistas cuando salimos. El problema está en la gestión que hacen los ayuntamientos, el Consell Insular y el Govern Balear, para los que Ibiza parece que está dejada de la mano de Dios. Aquí todo el mundo puede hacer lo que quiera, pasándonos por encima a los residentes.

—¿Qué expectativas hay para esta temporada?
—Como aquel que dice, la temporada no ha hecho más que empezar. Sólo ha pasado un mes desde Semana Santa y todos hemos podido comprobar en las carreteras el cambio con respecto al invierno. Si a estas alturas, que aún no están todos los establecimientos abiertos ni hay tantas líneas de transporte con el exterior, ya se nota, imaginad cómo será este verano. La situación se repetirá y las soluciones y maneras de gestionarlo seguirán también siendo pocas.