La muestra consta de diez esculturas de tamaño grande que representan su particular visión y reinterpretación de las Meninas de Velázquez, 360 años después de su creación, realizadas con hierro corten, excepto una en madera, en todas ellas se repite el mismo patrón y lo que varía son los distintos materiales de las intervenciones; aluminio, bronce madera o cerámica.
La Historiadora del Arte Anna Llopis define brevemente su obra como «una armonía de contrarios: verticalidad y horizontalidad, líneas rectas y líneas curvas, materiales tan puros y naturales como la madera al lado de otros tan pesados como el hierro. Y, con esta conjunción de elementos antagónicos, el escultor confiere a sus piezas un sublime equilibrio, una sincera serenidad, en definitiva, llega a hacer de sus trabajos obras armónicas».
Carrió explicó a Periódico de Ibiza y Formentera que su fascinación por las Meninas surge desde que las vio por primera vez hace ya varios años cuando todavía no esculpía y no sabría definir muy bien el motivo pero se ha convertido en una constante en todas sus exposiciones en las que siempre incluye una o varias.
El artista también destacó que «su obra es conceptual y consecuencia de unos sentimientos y reflexiones expresados a través de líneas nítidas y minimalistas, mediante una técnica precisa y perfeccionista. Cada escultura pesa unos ciento veinte quilos y consta de varias piezas soldadas y desmontables, lo cual facilita su transporte. Son piezas geométricas: dos semicírculos (falda y cabello) ligados a un rectángulo que representa el torso».
Rafael Carrió (Beniarbeig 1952) es un famoso escultor y pintor de la Comunidad Valenciana que tiene obra expuesta en diversos organismos institucionales valencianos y en colecciones privadas. Ha obtenido diferentes premios y ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas y ha participado en bienales y certámenes tanto nacionales como internacionales. Como explica el crítico de arte Marcos Fernández: «A través de su libertad expresiva representa como pocos la fusión de las artes. Su escultura se libera de ataduras figurativas y señala un punto de encuentro con la arquitectura; geometría, espacio, movimiento, y luz se conjugan con el empleo de materiales escasos y cuidadosamente seleccionados: hierro, hormigón, madera. La obra pictórica se mueve en la misma dirección, pudiendo prescindir en muchos casos de su propia denominación como tal; la sujeción bidimensional desaparece con una combinación de materiales y texturas que le otorgan una dimensión escultórica, e incluso en su trabajo sobre lienzo, forma, línea y color sustituyen a los artificios tradicionales».
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