—Bienvenido Majestad. Muchísimas gracias por darnos una entrevista para Sardinas Negras.
—De nada. El gusto es mío. Todo sea por hacer felices a mayores y pequeños.
—Viene usted con el traje de diario. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?
—Es cierto. Últimamente estamos muy atareados y el traje de gala lo guardamos para las cabalgatas. Y el camello y la carroza la he dejado aparcada unas horas en el aparcamiento disuasorio de las afueras de la ciudad porque estamos muy concienciados con los problemas de movilidad y de contaminación.
—¿No tiene calor con la corona y la túnica?
—Un poco. Pero es lo que tiene viajar a tantos países en tan poco tiempo, que uno anda un poco descolocado con las temperaturas.
—Es un privilegio tenerle aquí pero nos hubiera gustado tener a los tres Reyes Magos. Se lo pedimos a su gabinete de comunicación pero se ve que es complicado...
—La verdad que sí. Éstas son nuestras peores fechas porque se nos acumula el trabajo. De hecho, mientras estoy aquí no paran de llegar cartas y Baltasar y Gaspar con sus ayudantes no dan a basto. Además, lo compaginamos con otras actividades como visitas a hospitales o lugares donde los niños no lo están pasando bien. Pero ésto, aunque nos quita trabajo de preparar regalos, es de lo más bonito de ser Rey Mago. Ver como crece la ilusión de la Navidad o conseguir la sonrisa en la cara de un niño es maravilloso.
—Es lo que tiene ser un ser mágico. Como Papa Noel, que ya ha estado dos años seguidos con nosotros...
—Es cierto y te tengo que confesar que estábamos deseando que nos llamaras para participar en Sardinas Negras. Dos años con él y nosotros... Estábamos un poco picados... pero bueno, siempre desde el respeto y la amistad que nos une con Papa Noel.
—¿Entonces es verdad que se llevan muy bien?
—Claro. Igual que con otros seres mágicos de otras culturas de otros países y continentes que también reparten juguetes e ilusión. Los niños de Ibiza deberían saber también que no sólo existen los Reyes Magos y Papa Noel. Hay mucho más y la diversidad y el respeto por lo diferente es algo básico para la convivencia.
—¿Y cómo hacen para no liarse?
—(Risas). Esta es una pregunta que me han hecho muchas veces. (Risas). No nos liamos porque estamos muy bien comunicados entre nosotros.
—¿Vigilan a los niños todo el año?
—Claro. No hay que ser bueno solo en Navidad. Aunque no se sepa ni se diga nosotros estamos siempre pendientes de lo que hacen los niños. Miramos si son buenos con los mayores, con sus padres y sus amigos y hermanos, si sacan buenas notas, si ayudan a los demás o en casa... Tienen que ser buenos todo el año.
—Y no enfadarse si no llega el regalo exacto que han pedido...
—Sin duda. El mejor regalo está en la sonrisa de un amigo o de tus padres. No hay que fijarse en el contenido ni tener tanto apego por las cosas porque lo importante es no dejar nunca de ser niño ni perder la ilusión por disfrutar de la vida.
—Qué bonito. También sería bueno que fueran conscientes de que no se puede tener todo. No hay que ser egoísta y ustedes no pueden, ni deben, regalar todo lo que piden.
—Claro. Los niños tienen que ser conscientes de las limitaciones que pasan sus familias para llegar a fin de mes y que nosotros no podemos dejarles todo porque ponemos en un apuro a sus padres. Por ejemplo, no pueden pedir un IPhone si se pasan apuros económicos. A veces lo más pequeño es lo más bonito... y eso es algo que no se valora lo suficiente.
—Es cierto. Ustedes que han viajado por todo el mundo a lo largo de estos años habrán visto de todo. Y seguro que muchas no serán buenas.
—Es verdad. Hay muchas diferencias entre los continentes donde dejamos nuestros regalos y eso también tienen que saberlo los niños de Ibiza. Es algo que hablo a menudo con Gaspar y Baltasar, un rey que refleja todo lo bueno de un continente africano siempre oprimido y al que hay que ayudar a que se levante. Nos gustaría que los niños de este mal llamado Primer Mundo sean conscientes de las realidades de otros países teniendo en cuenta que en Ibiza se está casi a la misma distancia de Barcelona que de África y allí son felices con un regalo que consiste en un cartón de leche, una sonrisa o una medicina.
—Pues desde aquí lanzamos una campaña, #Sardinas Negras menos es mas, para que ningún niño se quede sin regalo en Navidad.
—Gracias. Es una cuestión de concienciación porque con un pequeño gesto se puede hacer algo muy grande. Y si la pones en marcha sabes que puedes contar con todo el apoyo de los Reyes Magos y de Papa Noel.
—Hablando de niños. Muchos nos han mandado preguntas a través de los mails de sus padres. Había mucha expectación con su paso por Sardinas Negras...
—Eso es magnífico porque quiere decir que se mantiene viva la ilusión entre los pequeñuelos. Y ellos al final son nuestro futuro, los que tienen que hacer de nuestro mundo algo mejor.
—¿Cómo hacen para estar en todas las cabalgatas a la vez?
—(Risas). Si me pagaran un euro por cada vez que me han hecho esta pregunta podríamos ayudar a muchos niños. Es un secreto. Si lo dijera se acabaría parte de la magia de la Navidad.
—También nos preguntan si saben muchos idiomas para leer cartas de tantos países.
—Esa es otra de nuestras funciones. Somos capaces de hablar y entender todos los idiomas. Y de todos, el que mejor se nos da, es el de la ilusión porque es el mismo estés donde estés. Y el más bonito.
—¿Cómo recuerda aquel primer viaje para conocer al Niño Jesús?
—Inolvidable. Han pasado más de 2.000 años pero lo recuerdo cómo si fuera ayer. Fue impresionante llegar a Belén guiados por una estrella y encontrar un portal sencillo, austero y desvencijado, calentado por una mula y un buey. Desde el primer momento supimos que aquel pequeño sería especial y cambiaría el mundo.
—¿Cómo no se perdieron por el desierto si no había GPS ni móviles?
—Porque la estrella relucía como nada de lo que habíamos visto nunca. Al principio no le dimos importancia a la idea pero Gaspar, al que le gustan los escritos más que a ninguno, nos convenció de que estábamos ante algo único y que no podíamos quedarnos quietos. Y dicho y hecho. Nos pusimos en camino y fíjate la que se lío.
—Formaron parte de algo inolvidable. Tuvo que ser genial verlo en primera persona.
—No se puede definir con palabras. Según nos acercábamos a Belén y nos cruzábamos con gente nos invadía una ilusión que nunca habíamos vivido.
—Menos mal que no existía Facebook ni Instagram... A los dos minutos todo el mundo lo hubiera compartido en las redes sociales.
—Qué razón llevas. Hubiera sido horrible porque todos los presentes, en lugar de mirar al pesebre estarían de espaldas para hacerse un selfie e indicar a los demás que estaban allí. El portal de Belén hubiera estado lleno de palos de selfie.
—Que pena.
—La verdad que sí. Es un reflejo del postureo y del estilo de vida vacío de nuestra sociedad.
A FONDO
. UN LIBRO. Cualquier cuento
. UNA PELÍCULA. Los Reyes Magos
. UNA SERIE. Bonanza
. UN GRUPO. Queen
. UN COLOR. Rojo
. UN PLATO DE COCINA. Los dátiles
. UN DEPORTE. Montar a camello
. UN VIAJE QUE NUNCA OLVIDARÁ. Cuando conocimos al Niño Jesús
. UN LUGAR DE LA ISLA DONDE SE PERDERÍA. El castillo
. UNA MANÍA. La puntualidad
. UN DEFECTO. Cascarrabias
. UNA VIRTUD. La bondad
. UN SUEÑO POR CUMPLIR. Que no haya hambre en el mundo ni un niño sin juguete
. ALGUIEN A QUIEN ADMIRE. A los que trabajan por los demás de forma desinteresada
. TE HUBIERA ENCANTADO SER... Astrónomo
PEQUEÑA BIOGRAFÍA
Melchor es uno de los tres Reyes Magos de Oriente que adoraron al Niño Jesús en Belén. Según algunos estudios su nombre deriva de Malki-or (Rey de la luz).
El Evangelio de San Mateo habla de ellos pero el número, edad, país concreto, nombres o color de piel se añadieron después. El número tres se afianzó en el siglo III gracias al pensador cristiano Orígenes que interpretó que los tres regalos citados en el Evangelio de San Mateo indicaba que debían ser tres personas. Y su origen regio se debe a otro intelectual cristiano, Tertuliano.
Sus nombres se documentan por primera vez en un mosaico bizantino del siglo VI de Rávena donde nuestro rey aparecía como un joven imberbe que llevaba incienso. Poco después, Beda el Venerable (672-735) les cambió los rasgos físicos añadiendo además a Baltasar una tez morena.
En España, a mediados del siglo XIX, se extendió la creencia de que traían golosinas o juguetes a los niños buenos o carbón a los malos.
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