El público pudo disfrutar de una chocolatada popular, actuaciones de baile del centro Areté, del Coro Nuestra Señora del Rocío, de la academia Puro Ritmo, de la demostración de las alumnas de baile de la AA. VV. Cala de Bou, la violonchelista Susana Rozsa, el grupo Salero Gipsy Dance, el Club de Gimnasia Rítmica Portmany, la escuela Paso a Paso y de Ape Dream Dance.
Por su parte, Martín señaló que gracias a la ayuda de las familias ibicencas se puede disfrutar de un evento así cada año porque «cuesta mucho trabajo organizarlo, pero tenemos muchos peques de Ibiza y Formentera que se trasladan a Mallorca para recibir tratamiento y hay que ayudarles en todo lo posible».
Lo recaudado ayer a través de, por ejemplo, el castillo hinchable, el mercadillo, la comida popular y las distintas rifas se destinará a sufragar los pisos de acogida de las familias desplazadas a Mallorca, dietas para las madres que deben dejar de trabajar, profesores a domicilio para cuando no pueden ir al cole, voluntarios durante todo el día en el hospital, televisión gratis mientras están ingresados, una nevera en cada habitación, una psicóloga a disposición para la familia durante todo el día, una trabajadora social... «Intentamos que ese mal trago lo pasen lo mejor posible porque es un trago muy malo». Es imposible no emocionarse y preocuparse al escuchar a Cristina Martín comentar que «no sabemos que es lo que está pasando pero estamos teniendo muchos casos de bebés y no lo entendemos. Este año superaremos los 50 pacientes nuevos en todo Baleares, además de muchas recaídas y muchos que ya se han ido. Muchos se curan pero otros no lo superan, esto es una carga emocional que te afecta mucho pero tenemos que tirar para adelante con una sonrisa por ellos. Ellos te dan mucho y conocerlos te cambia la vida, llevo 20 años y todavía me emociono. Para ellos cada día es un regalo, viven el día a día y los adultos no sabemos hacer eso». Para darnos una idea de lo especiales que son recuerda una anécdota de hace pocos días cuando una asociación les regaló unas chapitas de superhéroes y ellos se las han regalado a sus madres, «son más maduros que todos nosotros juntos».
Señala también que paradójicamente «se recauda mucho más para investigación pero no se está viendo ningún progreso. La medicación es la misma: quimio, radio y cirugía. Tenemos que ser realistas, la quimio y las radio les cura pero a un precio muy alto. Cada vez tenemos pacientes más pequeños y con cánceres ‘de adulto' como el de ovario, de testículos, de riñón o de pulmón cuando antes los más comunes en niños eran las leucemias y los cánceres cerebrales». Y esta tendencia se refleja también a nivel nacional. En estos 20 años «no lo había oído nunca», asegura.
Teniendo en cuenta que este tipo de pacientes no reciben el primer alta hasta los 5 años y el alta definitiva hasta los 10, «llevamos 30 años y nuestro paciente más joven tiene 5 meses, hay que tener en cuenta que una familia puede estar en estos pisos de acogida casi un año con los costes que eso representa».
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