Así, durante toda la mañana, los pequeños pudieron disfrutar de actividades muy diversas. Una de ellas consistía en elaborar un sándwich vegetal que luego tenían que comerse. Sin duda todo un reto para algunos que ven las hortalizas como su peor enemigo. «Lo verde lo voy a quitar», decía una niña mirando a su madre. «Primero lo pruebas, verás como todo junto está rico y te gusta», le contestó. Dicho y hecho. Lo probó, le gustó y quiso repetir. Este taller se hizo para visibilizar el derecho a una alimentación sana y equilibrado. «Intentamos transmitir a los niños que, al igual que está el derecho de que tengan una buena alimentación, también tienen el deber de cuidarse ellos y de cuidar su propio cuerpo», dijo Ortiz.
En una mesa, pequeños y mayores se concentraron para jugar a los juegos de mesa «de toda la vida». El objetivo de esta actividad era reivindicar el derecho que tienen todos los niños a tener una familia. «Nos parecía una buena manera para jugar todos juntos y compartir un rato», señaló Ortiz quien añadió que así, además, «se separan un poco de las nuevas tecnologías». Esas que, poco a poco, están absorbiendo la imaginación y creatividad de muchos niños.
Tampoco faltó la clásica actividad que más gusta a todos los peques: el pintacaras. Y es que ellos mismos saben que en cuanto les dibujan a su personaje favorito en la cara, se transforman en él. «Soy un cocodrilo que tiene mucha hambre», dijo un niño a carcajada limpia. «Este taller tiene un éxito brutal siempre y eso es bueno porque intentamos trabajar el derecho a la diversidad. Sabemos que las diferencias existen y se lo hacemos ver a los niños, pero tienen que saber que son buenas y que no nos separan a unos de otros», explicó la técnica de Infancia y Juventud.
Los más pequeños también pudieron disfrutar de un mago que dejó a más de uno con la boca abierta. «¿Cómo lo ha hecho? ¡Yo también quiero!», dijo uno que no daba crédito a lo que estaba viendo. De repente, lo que parecía un paraguas normal, se dividía en trozos. «¿Quién me ayuda!?», preguntó el mago. «¡Yo!, ¡yo!, ¡yo quiero!», gritaron los peques que no podían subir más el brazo para conseguir que fueran ellos los elegidos para salir al escenario.
Sin duda, una mañana llena de magia que pudo celebrarse gracias al Consistorio y a los monitores de la Escuela de Tiempo Libre y Animación S´Espurna.
Creer en la infancia
Santa Eulària es, desde 2012, Ciudad Amiga de la Infancia. Un título que se ha ganado a pulso y por el que sigue trabajando día a día, con ilusión y mucho esfuerzo. De hecho, desde hace unos años se está celebrando, en el Parlament, un Congreso Infantil a nivel de Illes Balears en el que el Ayuntamiento de Santa Eulària también participa. «Unos cuantos niños van hoy a Mallorca con una serie de temas preparados y los van a presentar en una sesión especial», contó Ortiz.
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