Dos jóvenes de la Colla de Santa Gertrudis hacen una demostración de ball pagès ante la atenta mirada de parte de los mayores homenajeados. | Arguiñe Escandón

Recuerdos, anhelos, sonrisas, vida y sabiduría. Santa Gertrudis brilló ayer bajo la intensidad de los rayos de sol para celebrar a lo grande el Día de los Mayores, esos que viven su tercera juventud aristotélica y dinámica montados en la carroza de la vida. Ser mayor no va de edades sino de ganas por seguir pedaleando en la carrera de la vida y no aquejarse como cual trasto viejo en una tarde binguera. Ya lo dijo Azorín: «La vejez es la pérdida de la curiosidad». Los añejos de la localidad de Santa Gertrudis no entienden de conceptos rancios. Los mayores se engalanaron con la mejor vestimenta que encontraron en sus armarios. Si los varoniles acudieron con traje y corbata, las señoras lo hicieron con vestidos de colores primarios y taconcillos para los domingos. No faltó un solo ingrediente. Ni la paella, que más de uno sólo fue para eso, a inflar la barriga.

A las 12:05 horas el padre Jaime, que ofició la misa con su característico énfasis de criollo, inició la ceremonia. En los asientos, los protagonistas de la mañana: los mayores. Unos aprovecharon para dar la mano a sus viejos conocidos y comprobar su buena salud a golpe de palma de la mano; otros intereactuaron como si hiciera un siglo sin rastro de la persona; y los de temple fino no se cortaron en mandar a callar a sus vecinos que fingieron escucharles. En la misa se hizo hueco para honrar in memoriam a «Xicu Torres Planells, Gertrudis y Vicent». Tras una hora de ceremonia celestial, la Colla de Santa Gertrudis dio paso al ball pagès al repique de tambor y castañuelas.

Reunidos en la plaza con sus grupos de amiguetes de toda la vida estaban Bartolo Guasch, de «25 años» pero en realidad ya cuenta con «80 mismo», y Mariano Torres, de 79. Estos ‘viejos rockeros' comentaron a trompicones que «este acto ha estado muy bien», además de añadir que «ellos fueron siempre los mejores ‘del pueblo'». Sin parpadear para no perderse un ápice del ball pagès estaba Antonio Roselló, quien dejó claro, con el sonido ambiente de las castañuelas, que «a las personas mayores tienen que dedicarles un homenaje cada día». Ataviado con su bufanda tricolor y cabello recién estrenado, Catalina Torres, de 86 años, casi se emocionó al apuntar que «Santa Gertrudis es la mejor localidad» y certificar lo bonito de esta jornada. Apresurado por zamparse la paella, Antonio Torres, de 73 años, se mostró con «potencia» de pertenecer a Santa Gertrudis. «Me gusta todo el pueblo y el cambio positivo que ha dado, se alegró.

Por la mañana también se llevó a cabo una exhibición de perros de rescate, y por la tarde se representó la obra de teatro ‘Es Mijorals de Don Mariano' a cargo del grupo Es Molí del municipio de Sant Antoni. Estos actos forman parte del programa de fiestas de la localidad de Santa Gertrudis.