El empleo precario afecta principalmente a las personas más vulnerables, es decir, aquellas que corren riesgo de discriminación, pobreza y exclusión. En el caso de España estamos asistiendo a un crecimiento del trabajo precario que se presenta en forma de trabajo temporal, contratación a tiempo parcial y empleo autónomo ficticio que parece no encontrar una solución a corto plazo.
Con motivo del Día Mundial del Trabajo Decente que se celebra hoy, Cáritas denuncia que el 69% de las personas que usan los servicios de la organización son mujeres de edades comprendidas entre los 30 y los 55 años. Además, un 44% de los participantes son personas solas que no tienen una red familiar alrededor y un 26% sufre algún tipo de vulnerabilidad por su nivel de estudios que, en este caso, no supera la educación primaria.
«La estacionalidad es otro de los grandes problemas», explica Nieves Fuentes, orientadora laboral de Cáritas de Ibiza, quien dice que «es insostenible aguantar todo el año con el sueldo de cuatro meses». En esta línea, desde la organización aseguran que trabajan cada día para que las ofertas de trabajo reúnan unas condiciones laborales mínimas. «Defendemos la parte del trabajador y necesitamos que las empresas y los empleadores se conciencien de que hay que cumplir con la ley», señala.
La realidad, aun así, es muy diferente. «Nos llama mucho la atención que de las ofertas que hemos gestionado desde junio un 31,5% pedían a trabajadores para limpieza en casas y lo hacían en B», critica la orientadora laboral.
En este sentido, dice que la gente «no está concienciada» de lo que esto supone y por ello reclama no solo un cambio a nivel político, sino también a nivel social y personal.
Vivienda social
Inevitablemente, la precariedad laboral va ligada al precio de la vivienda. En el caso de Ibiza, alquilar una casa sin tener apenas recursos se antoja complicado para el colectivo más vulnerable. «La demanda cada vez es mayor y las ayudas cada vez son menos», apunta Fuentes quien dice que «hay poca vivienda social en la isla y esto necesita de medidas urgentes».
Para Maite Barchin, trabajadora social, la vivienda tendría que dejar de ser algo meramente «especulativo» y debería reconocerse como un derecho de la persona. «Todos nos extrañaríamos si a alguien le denegaran el acceso al colegio o al médico», señala sin olvidar que «en este país necesitamos un cambio de mentalidad y, también, de legislación».
LA NOTA
Puedes trabajar y no llegar a fin de mes
«Pagaba 700euros de alquiler con un sueldo que no llegaba a 1000», relata Vanesa, una ibicenca de 35 años que, desde hace un mes, recoge alimentos como arroz, legumbres y leche en el centro de Cáritas. «Doy gracias por
tener esta ayuda que me permite comer». Ahora está sin trabajo, pero en búsqueda activa porque tiene una niña de 10 años a la que mantener. «Hago cosas puntuales y me da igual donde trabajar, siempre que sea en unas condiciones aceptables», puntualiza.
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