Justo enfrente de este parque se encuentra una conocida franquicia de comida rápida a la que acuden cientos de personas cada día para comprar comida y, algunos de ellos, depositan los envases en la arena del parque. «El problema no es de la empresa, es de la gente que no toma conciencia», cuenta un vecino que acostumbra a llevar a sus hijos al área infantil. Por ello, compró hace meses un rastrillo para quitar la suciedad de la zona. «El operario de limpieza del Ayuntamiento viene todas las mañanas y quita lo más gordo, pero después la basura vuelve a acumularse».
Tras enviar multitud de quejas al Ayuntamiento, utilizando el servicio de Línea Verde, y con la visita de la Policía Local, del servicio de limpieza Valoriza y de la empresa encargada de gestionar residuos Herbusa, la situación no mejora: «El parque está completamente abandonado». «Nos propusieron cambiar la arena por caucho, pero este material en verano absorbe mucho calor, se abomba y los niños se queman», señala un vecino. Opinión que comparte su mujer quien piensa que «el atractivo de este parque es que sea de arena porque los niños con un cubo y una pala se entretienen y los padres pueden estar un poco más tranquilos».
Por su parte, el parque presenta desperfectos que hacen inutilizables algunos de sus juegos. Uno de ellos ya no cuenta con la superficie que servía de unión para comunicar la escalera con la infraestructura, lo que imposibilita el paso de los más pequeños. Otro debería girar sobre sí mismo como las famosas tazas giratorias de muchos parques de atracciones, pero lleva siete años estropeado. «Lo han arreglado alguna vez, pero dura dos días bien. La razón es que no es un aparato para un parque de arena, porque funciona con unos cojinetes que al llenarse de arena bloquean sus piezas», denuncia otro vecino que considera que la solución está en sustituir ese juego por otro.
Problemas también en la tirolina, el entretenimiento estrella del área de juegos, que lleva más de un año estancada. «Nosotros hemos puesto grasa, pero no corre. Habría que cambiar la guía», señalan.
A estos problemas se suma la dudosa seguridad que ofrece el parque. De sus cuatro entradas, dos de ellas tienen salida directa a la carretera. «Nos hemos llevado algún susto con los niños porque salen corriendo y el peligro está ahí». Para algunos vecinos, la solución podría estar en cerrar estos dos huecos con una ampliación de la valla de madera que permitiese a los padres manipular la entrada con un pestillo. Y ahí no acaba todo. A pesar del cartel informativo que prohíbe la entrada de perros al parque, muchos de ellos se pasean a sus anchas con el permiso de sus dueños. «Luego los excrementos tenemos que recogerlos nosotros, que somos los que queremos que los más pequeños disfruten del parque».
Son muchos los menores que acuden al recinto después del colegio o los fines de semana, motivo por el que sus familiares se están planteando recoger firmas para hacérselas llegar al Ayuntamiento. «Aún así no sabemos el caso que nos van a hacer. Siempre nos dicen buenas palabras, pero nunca hay hechos y eso no vale», denuncian.
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