Mientras unos vienen, otros se van. Es el caso de Belén Miñarro y Alfonso Morales, que después de una semana han puesto fin a sus vacaciones en la isla. «Hemos venido en familia con un niño de tres años y nos ha encantado, pero repetiremos solos», decía el matrimonio cordobés aquejado por la masificación que hay en la isla. En la misma situación, pero con un pasaje diferente, estaban ayer Vicente Tur e Irantzu Bartolomé. La pareja ibicenca ponía rumbo a Italia para disfrutar de unos días de vacaciones y «huir de la isla», apuntaban. «Ibiza está a reventar, no cabe nadie más. Nosotros nos vamos porque este año estoy horrorizada», señalaba Bartolomé.
Las salidas y las llegadas de pasajeros también las sufren los trabajadores del aeropuerto quienes afirman «no dar abasto» con su trabajo. «Estos días nos han puesto personal extra para toda la cantidad de pasajeros que están viniendo y, la verdad, es que se nota, pero estaría bien que fuésemos más», dice Marilina Costa, una de las trabajadoras del servicio de limpieza de la terminal. Por su parte Jorge Jiménez, supervisor de pasaje, también se quejaba de la escasez de personal para poder cubrir todas las necesidades que tienen los pasajeros. «No tenemos refuerzos y los necesitaríamos porque muchos días se nos alarga la jornada», señalaba Jiménez. Situación similar a la que están viviendo día tras día los rent a car de es Codolar. «Hay muchísima gente, pero no es como otros años, vienen con todo incluido y no quieren gastarse nada más, ni siquiera pagar la fianza que pedimos para asegurarnos que devuelven el vehículo con el depósito lleno», apuntaba Yunia Gabriela, agente rental. En su caso explicaba tener casi lleno el cupo de reservas durante toda la temporada e, incluso, saturaciones en días puntuales con «más de tres horas de espera para alquilar», situación que ha hecho «que haya gente contratada que solo se encargue de traer las llaves del aparcamiento hasta aquí».
En el extremo opuesto están las caras de alegría y felicidad de aquellos que acaban de aterrizar en la isla. «Llevaba un mes soñando con que llegase el día y poder decir que ya estoy en Ibiza», decía Martín Echeverría mientras hacía cola para coger un taxi que le llevase a su hotel.
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