Los cuatro días en los que ha ondeado la bandera roja en Talamanca han provocado un gran malestar entre los propietarios y empleados de los establecimientos hosteleros, que calculan que la clientela ha bajado entre un 40 y un 50 por ciento desde que el pasado jueves se decidió cerrar al baño la playa a consecuencia del último vertido de aguas fecales por la enésima rotura del viejo emisario.

La decisión correspondió al Ayuntamiento de Eivissa que ayer, a las 10 y media de la mañana, ordenó izar de nuevo la bandera verde en la playa después de que los últimos resultados de los análisis confirmaran que el agua se encontraba en buen estado. A pesar de ello, Talamanca presentaba una ocupación muy inferior a lo que corresponde a la primera quincena de julio y pocos se atrevían a meterse en el agua.

Manuel y Elena, un matrimonio de Barcelona que tiene casa en Ibiza, permanecían tumbados en la arena mientras sus nietos se daban un chapuzón en el agua. «Hemos venido por ellos», señalaba la pareja que no parecía muy animada a acompañar a sus nietos en el baño porque «esta playa no da mucha confianza». Acto seguido, sin embargo, Elena le dio un voto de confianza: «Si los niños no cogen hoy una infección de oído vendremos más».

Más enfadada estaba Yolanda, una turista de Bilbao que, desde el miércoles, estaba en un apartamento que había alquilado «a precio de oro» en Talamanca. «Menos mal que tenemos coche y hemos podido irnos a otras calas. Pero el año que viene no creo que volvamos a repetir aquí después de esto», afirmaba.

Eloy y Jonás, empleados de la empresa de deportes náuticos Jet Ski Ibiza, calificaron de «brutal» el impacto que ha tenido el cierre de la playa, no solo por la pérdida de más de la mitad de la clientela habitual sino por «la mala fama» que le da a Talamanca. «A estas alturas del año esto tendría que estar a reventar», se lamentaban.

La indignación en Talamanca seguía en los bares y restaurantes de primera línea. Rafael, empleado del Hostal Talamanca, hablaba de pérdidas de entre el 40 y el 50 por ciento. «El domingo fue un día deprimente», afirmó tajante. Una vez izada la bandera verde, la afluencia de clientes aumentó respecto al fin de semana pero pocos eran los que confiaban en que una situación así no se volvería a repetir: «No sabemos qué mas puede pasar porque ha sido una tras otra», señalaba Rafael quien, aparte de los constantes vertidos del emisario, citaba las largas obras para instalar la nueva tubería que obligó a cortar los accesos a Talamanca durante varias semanas.

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El mismo discurso repetía Ariel, uno de los camareros del restaurante Bellamar, que hablaba de la importante bajada de clientela durante el fin de semana. «La bandera roja nos ha afectado a todos. También a los camareros porque las propinas han bajado un montón», señaló.

El presidente de la Asociación de Vecinos de Talamanca, Pepe Colomar, también se refirió a la «indignación» que hay entre los dueños y empleados de los restaurantes por mantener tantos días la bandera roja y las pérdidas que esto ha causado en sus establecimientos. Según señaló, entre los propietarios de estos restaurantes hay algunos partidarios de presentar algún tipo de reclamación al Ayuntamiento por los efectos de la bandera roja. «Máxime cuando la página web de la conselleria balear de Sanitat señalaba este fin de semana que todas las playas de Ibiza eran aptas para el baño», añadió.

Juanjo Riera, presidente de los hoteleros ibicencos y dueño del hotel Argos, se mostró partidario de hacer «un acto de buena fe» siempre y cuando sea la última vez que se produzcan vertidos en Talamanca. «Si de una vez por todas solucionamos el problema y no hay más fugas del emisario nos podemos dar por satisfechos», afirmó.

LA NOTA

¿Bandera roja o bandera amarilla?

Algunos hosteleros de Talamanca expresaron ayer su malestar por la decisión del Ayuntamiento de cerrar la playa el jueves. El presidente de la Asociación de Vecinos, Pepe Colomar, considera que el domingo ya se habría tenido que izar bandera amarilla.

Desde el Consistorio, en cambio, aseguraron que siguieron los protocolos de actuación: «No se puede abrir una playa sin saber si es apta o no para el baño».