«Querían una pieza emblemática para la fachada de cristal de la entrada principal del hotel, que nunca había tenido ninguna pieza», explicó el artista. A partir de ahí, Woods diseñó el dibujo en una acuarela sobre papel, con el objetivo de que el resultado final «conservara la frescura de la acuarela original». Entonces, recortó las planchas y se puso a pintar.
«Ha sido un proceso bastante largo y difícil pues es una pieza pictórica pero también tiene la complicación de que lleva un componente arquitectónico. Para mí, quizás lo más complicado ha sido que se tuviera que ver en las diferentes condiciones de luz cambiante que hay a lo largo del día y desde ambos lados de la pieza tanto desde el interior como el exterior. No fue fácil dar con la fórmula para que la pintura tuviera esa traslucidez a la vez que hubiera algo de sombra», compartió el artista sobre su primer trabajo en Ibiza.
En cuanto al diseño, que partió de un boceto de acuarela sobre papel, «la idea nace de un naufragio afortunado en una playa ibicenca. Incorpora elementos típicos del paisaje balear, un llaüt en ruinas sobre una playa, algo de vegetación típica, pero sobre todo una serie de aves para reflejar ese punto de parada en la migración de tantas aves que es la isla de Ibiza», quiso destacar el autor del singular mural.
Una experiencia que les ha gustado mucho tanto a Woods como a los propietarios del hotel. «Ha sido un reto muy interesante porque siempre es una incógnita hacer algo de esta escala sobre un soporte nuevo, pero estoy bastante satisfecho con el resultado. Me ha gustado mucho la experiencia y me gustaría realizar otros proyectos con la arquitectura como soporte».
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