Según se desprende de las alegaciones presentadas por las cooperativas, esta normativa «tiene un visión urbanista del medio rural», que se contempla como «un mero escenario paisajístico al que aplicar medidas puramente estéticas». En este sentido, los cooperativistas agrarios sostienen que con esta nueva normativa «se conseguirá el abandono de las explotaciones agrícolas por la imposibilidad del ejercicio de la actividad agraria como medio de vida».
En cuanto a las condiciones de edificación en suelo rústico las cooperativas piden que en la normativa se distinga entre viviendas de explotación agraria y viviendas destinadas a uso residencial o no agrario. En este sentido alegan que para las explotaciones agrarias los anexos para su actividad económica no computen para la aplicación de los parámetros de edificación y explican que puede darse el caso en el que un agricultor ya disponga de vivienda y se encuentre con que no puede construir las instalaciones para su actividad agraria por culpa de estos parámetros. O la situación contraria: que un agricultor disponga de una explotación que cuente con instalaciones agrícolas pero que su volumen le impida edificar una vivienda. También solicitan que la construcción de nuevas viviendas no agrarias en suelo rústico se vincule al cultivo permanente de la finca.
Las cooperativas también defienden que en el caso de segregación de fincas, se pueda construir una vivienda, en el caso de donaciones, si la vinculación es por relación de parentesco y no sólo de padres a hijos, como figura ahora en la norma cautelar; mientras que son partidarios de que las explotaciones agrarias estén exentas de la aplicación de las medidas de integración paisajísticas como el mantenimiento de las masas boscosas para minimizar la extensión de incendios, la recuperación y mantenimientos de todos los elementos de valor etnográfico existentes en la finca o la eliminación de vallados y muros construidos sin seguir los sistemas y materiales tradicionales.
Tampoco están de acuerdo los agricultores con que los cerramientos tengan una altura máxima de un metro. «Esta medida va en contra de cualquier actividad agraria. Con estos cerramientos el agricultor queda completamente indefenso ante los posibles hurtos y agresiones de su vivienda y de su explotación, por lo que una vez más se le desprotege relegándole a ser ciudadano de segunda», apuntan las alegaciones de las cooperativas.
4 comentarios
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Efectivamente se abandonara y se terminara la agricultura al paso que se lleva de construir en todo el campo y convertirlo en suelo urbano, lo que hace falta es mas normas para que el suelo rustico, forestal, montes, torrentes y demás se pongan normas para respetarlo, si no toda la isla acabara como una gran ciudad.
isleño, lo que a mi entender defienden las cooperativas, es que no se apliquen las mismas normas a los agricultores profesionales que a los hacen otro uso de las viviendas en zonas rurales. No tienen culpa de los desastres que se han hecho hasta ahora por falta de control.
Que barbaridades dicen las cooperativas que esta norma "conseguirá el abandono de las explotaciones agrícolas" y el abandono que se ha producido que se esta produciendo a quien le echamos la culpa. Me da la impresión que solo están pensando en poder construir en el campo. Lo que hay que aclarar de una vez por todas es si queremos convertir toda la isla en una gran urbanización o regularla y cambiar el sistema urbanístico. Ya dicen que no se podría construir ni siquiera un vertedero por la gran afluencia de viviendas por todos los sitios.
Todos los sectores sociales son protagonistas de este debate por el territorio. Pero no deberá ninguno de los sectores hacerse trampas jugando al solitario en el planteamiento de su posición. La licencia para vivienda en suelo rústico deberá ir acompañada de la obligación de cultivar la finca, o cuidar el bosque, de manera continuada, con limitaciones a la activididad turística. No puede ser que un agroturismo en Ibiza sea un hotel balinés sin agricultura más allá de flores y palmeras. Ni tampoco que se continue poniendo puertas al campo.