—¿Sorprendido por la repercusión de su trabajo?
—Sí, la verdad. Ha habido reacciones un poco raras. Por ejemplo, me hicieron una entrevista por la radio y me sacaron una frase de contexto que la oyó un periodista muy conocido y dijo que ya no hacía falta leer el estudio.
—¿Qué frase era?
—Dije que este verano había habido congestión y que cada día de verano que había ido a trabajar me había encontrado con un atasco.
—¿Y conclusiones positivas?
—Mi trabajo es un elemento de reflexión. Lo que es relevante es que si en 2000 nos hubiésemos preguntado cómo estaríamos ahora, ¿lo hubiéramos creído?, ¿qué habríamos hecho? Pues ahora tenemos un instrumento de reflexión. Si nada cambia, es hacia donde nos dirigimos.
—¿Sería sostenible llegar a los 2,5 millones de habitantes en Balears?
—Eso ya no lo sé yo. Deberían decir los científicos de medio ambiente cuál es la capacidad de carga soportable de este territorio.
—Llamó mucho la atención el titular de las 25 personas por metro lineal en la playa.
—Sí, es una cifra que choca. En 2015 ya teníamos 20 personas en día de carga máxima.
—¿Qué significa?
—Es una relación entre el número total de habitantes y los metros de la orilla de la playa.
—Pero nunca todos los habitantes irán a la vez a la playa ni se van a poner en fila en la orilla.
—Es que no es un dato real.
—Pues ese titular lleva varios días en la primera página de la web de la UIB.
—La gente del servicio de Comunicación son periodistas y buscan llamar la atención, pero yo ya no entro en esto.
—¿Es real la sensación de saturación?
—Bueno, ha habido pintadas en Palma....
—Pueden haber sido de una persona sólo.
—Es cierto, pero se ha hablado mucho de ello.
—¿Puede ocurrir que lo que antes nos parecía habitual en verano con atascos en según qué lugares, playas llenas... se nos quiera presentar como algo novedoso e incluso negativo?
—Eso no lo sé, es una cuestión subjetiva. Los atascos en la zona de Son Espases son normales a determinadas horas, pero ahora hay entre el aeropuerto y s'Arenal, incluso por la noche.
—¿Ha estado todo el verano en Mallorca?
—No, me fui con mi mujer a una pequeña isla de Brasil que se llama Illa dhoMel en la que viven 5.000 personas que se dedican al turismo y donde existe un cupo de entrada de visitantes. No hay vehículos, los hoteles son casas bajas... es como un paraíso.
—¿Entiende a quien recela del turista?
—Estos datos se pueden tomar por ahí, en el sentido de que la gente se agobie ante tal cantidad de visitantes, pero otra visión es la de mostrar lo que va a pasar y adaptar las infaestructuras para planificarse. No me corresponde a mí decidir qué camino hay que seguir en un futuro.
—Su estudio fue encargado por la Conselleria de Turisme.
—Sí, por la Direcció General d'Innovació i Recerca, concretamente.
—¿Se le encargó a usted personalmente?
—Sí, y lo realicé solo. Se cobra, pero no mucho para el trabajo que me ha costado.
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