En la entrada de su hogar predomina su último diploma de la universidad como oro en paño y, especialmente, un reloj de madera. No es uno cualquiera. El propio Vicent Joan Ferrer señala que se trata de un recuerdo suyo, ya que se lo encontró hace bastantes años y lo reconstruyó con nuevas maderas. «Este reloj tiene alrededor de 200 años, aunque yo lo reconstruí en los años 60 y a día de hoy lo tengo como si no hubiera pasado el tiempo», recuerda Ferrer con una sonrisa abierta de oreja a oreja.
Sentado en el sofá y con un par de libros a su lado, cuenta que lleva tres años como estudiante en los cursos de formación de la UOM. Las tareas que realiza en dicha formación van desde charlas y conferencias sobre temas de actualidad y de las tradiciones de las Pitiüses hasta música e historia en general. «Se tratan de temas que conocía de joven, pero que ahora ya los tenía en el olvido», indica alegre Vicent Joan Ferrer. Además, en cuanto a las actividades que realiza en esta universidad, el propio Ferrer señala que el hecho de seguir estudiando es un estímulo para «conservar la salud» y «el bienestar» y, con todo ello, se siente joven. «Me siento como una persona joven», remarca satisfecho y entre risas.
Lectura y distracción
Mientras recuerda momentos inolvidables de su adolescencia, Ferrer señala que le encanta leer libros como un modo de distracción de los problemas y, también, para adentrarse en la historia de cada una de las páginas. Lo cierto es que ha tenido que rememorar infinidad de historias con tantos libros que pueblan la estantería del mueble del salón. Incluso él mismo no recuerda los cientos de libros que tiene en su casa. «Me gustan todo tipo de lecturas, desde la comedia, historia, actualidad o la novela policiaca», detalla Ferrer. Aun así, destaca que el último libro que está leyendo es Un año en los Bosques de Sue Hubbell.
A pesar de la infinidad de libros que tiene en su domicilio, no solamente dedica su tiempo libre a la lectura sino también a caminar, ver la televisión y acompañar a su hija a la compra o «a donde vaya». Además, a sus 98 años no se considera una persona pasiva. Todo lo contrario. El ejercicio también forma parte de su vida y es por ello que «intenta realizar» de vez en cuando una serie de actividades. «Estoy bien y hago flexiones, pero con más cuidado y tranquilidad que cuando era joven», señala algo fatigado tras hacer un pequeño ejercicio físico de demostración.
Elogios personales
A pesar de no querer definirse a sí mismo, ya que prefiere dejar que los demás tomen su propia idea sobre él, a su hija, Carmen Juan Costa, se le llena la boca de elogios hacia su padre. «Es una persona que tiene buen corazón, es cariñoso e inteligente», describe emocionada Costa.
En una pausa de cinco segundos, el propio Ferrer indica que nunca ha estudiado, pero parte de lo que sabe también se lo debe a su padre, del que solo tiene palabras de cariño hacia él. Fue su padre quien, cuando Ferrer era aun un niño, le enseñó a leer y escribir. «Es cierto que me arrepiento de no haber estudiado alguna cosa», lamenta Ferrer.
En esta misma línea, no duda en aconsejar a los más jóvenes que no dejen pasar de lado el hecho de seguir estudiando, porque así por lo menos tendrán una dedicación en su vida. Además, aconseja a las personas mayores que no dejen pasar la oportunidad de hacer cursos de formación en la UOM, ya que es una forma de «recordar buenos momentos y conocer nuevas personas».
Entre sus recuerdos, se remonta a 1942, año en el que accedió al puesto de guardia civil. Una profesión que estuvo hasta 1967, año en el que decidió retirarse. En estos más de 20 años como guardia civil, señala que vivió una etapa muy feliz de su vida porque ello le proporcionaba un medio de vida con el que poder vivir el día a día. «Con este puesto podía vivir mejor que no solamente con el huerto que tenía en mi casa», comenta Ferrer.
Entre sus sueños está vivir hasta los 200 años, no duda en llegar a esa edad. A pesar de su sueño utópico, este «joven» de casi 100 años lo único que desea es que su familia tenga buena salud y trabajo. Además, entre sonrisas señala que él ya ha hecho todo lo que tenía que hacer y ahora es el momento de dejar «que las cosas vengan por su propio peso».
Con todo ello, el propio Ferrer señala que el secreto de llegar a los 98 años de edad es la «tranquilidad», «no ser ambicioso» en la vida, «comer bien» pero sin abusar, «evitar el alcohol» y «el tabaco» y, especialmente, «ser feliz».
2 comentarios
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Molt contenta de vore com passen es anys i sempre amb aquest esperit tan jove! Tot un exemple! Per molts anys així güelu!!! :)
Admirable,tot un ejemple.