Mirador de la casa Broner. 06.30 de la mañana. El crucero de tres mástiles Sea Cloud II enfila la bocana del puerto de Vila. Calle abajo, Sebastián García, vecino del número 29 de la calle Alt, se afana en el traslado de enseres desde la vivienda que ocupa hacia otras casas que no se verán afectadas por los desalojos.
A espaldas del número 29 de la calle Alt, en la zona más ancha que marca el final de la calle Retir, encontramos las cinco tiendas de campaña que los vecinos de la zona montaron pasada la medianoche. «Si nos desalojan ahora pasaremos la noche en ellas», señaló una de las afectadas. Las tiendas fue el improvisado lugar de recreo para los más pequeños ya que, tal y como marcaba el auto judicial, el desalojo se debía efectuar a partir de las 09.00 del día 26.
La hoja de ruta del desalojo estaba claramente marcada pero en torno a las 23 horas del lunes se desencadenó el runrún de que los acontecimientos se precipitaban. La noticia de la llegada del ferry de Denia con una veintena de vehículos de la Unidad de Intervención Policial (UIP) originó un torrente de comentarios entre los vecinos que apuntaban a que el desalojo era inminente. Minutos después, la presencia de una patrulla de la Policía Local en la zona elevó el rumor a la categoría de «certeza» que, poco a poco, se fue desinflando como un suflé.
Minutos antes de la una de la madrugada, en las calles Alt y Retir ya sólo quedan los mayores en torno a una mesa con pizzas al lado de una fogata. Las tiendas modelo iglú siguen plantadas pero, de momento, nadie las ocupa y serán recogidas sin prácticamente ser usadas.
Faltan unos minutos para las siete de la mañana. Restan unas dos horas para la hora H del día D en Sa Penya. Agentes de la Policía Local de Vila ya toman posiciones para controlar los accesos.
Perímetro
El perímetro de seguridad todavía no está activado. Una patrulla se adentra desde el retén de Sa Peixateria, mientras un coche controla la entrada por el Racó de sa Murada.
En el zona cero del desalojo, el movimiento va in crescendo, especialmente en la calle Alt. Junto al ir y venir de los adultos cargados con las últimas bolsas, cajas, colchones o televisores, afloran varios adolescentes que enfilan calle abajo el camino hacia el instituto.
En el ambiente, una pregunta corre de boca en boca: «¿Si salimos de Sa Penya, luego nos dejarán volver a entrar?». Unas calles más abajo, en Floridablanca, un agente despeja la incógnita: a partir de las 09.00 nadie podrá pasar los diferentes puntos de control. En torno a las 08.00 horas de ayer, los furgones policiales hacen acto de presencia en la zona reservada para aparcar y una treintena de agentes empiezan a distribuirse por los diferentes accesos. Junto a ellos, un equipo de asistentes de servicios sociales y otro de técnicos de Gesa-Endesa.
Operación desalojo
La operación arranca con el corte del suministro eléctrico en las casas de la UA27 todavía ocupadas. Una vez cortado el suministro, se procede al mucho más laborioso trabajo de desmontaje del cableado propio de años de ocupación ilegal.
Ahora sí, los acontecimientos se precipitan. Los responsables de la UIP invitan a los reporteros acreditados a desplazarnos a las zonas habilitadas para realizar la cobertura del desalojo.
«¡Es una injusticia. No nos echarán de la isla!». Son algunos de los gritos que se oyen desde la distancia. Poco después suenan lo que parecen ser impactos de un ariete contra una puerta. Fueron los únicos. Después, más gritos, reivindicaciones y algunas imágenes de nervios y tensión, pero con cuentagotas.
Una de las desalojadas, María Vázquez, se viene abajo y cae en brazos de su hija. «Tengo que luchar por mis hijos. Es muy fuerte que nos quiten el techo», lamentó.
Pasadas las 10.15 horas, el vaciado de las casas de la calle Alt ya es una realidad. Los operarios de los servicios técnicos arrojan desde las terrazas las diferentes estructuras alzadas con el paso de los años.
Algunos okupas desalojados se acercan hasta el bautizado checkpoint calle Alt para atender a los medios allí apostados. La mayoría de los discursos arrancan con la demanda de justicia y un alojamiento sin tener que abandonar Eivissa.
Pasadas las 11.30 horas, el dispositivo policial desplegado permite el acceso de los reporteros a las calles Alt y Retir para plasmar en imágenes los últimos trabajos de un operativo que, en cuestión de dos horas, desalojó el punto más caliente de Sa Penya.
LA NOTA
La templanza de un agente antidisturbios
Las poco más de dos horas de la operación desalojo de Sa Penya transcurrieron con una cierta tranquilidad. Los contados momentos de nerviosismo se vivieron en la zona caliente del desalojo, mientras que en los accesos la templanza de los agentes de la UIP evitó cualquier brote de tensión utilizando el poder de la palabra ante las víctimas del desalojo.
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