El pequeño templo jordier quedó pequeño para acoger las decenas de feligreses, teniendo que permanecer en pie muchos de ellos. Mientras tanto, el generoso porche de la iglesia acogía a un número cada vez mayor de niños y adultos, residentes y turistas, que se salvaguardaban del severo sol que lució toda la mañana. Sin embargo, pasada media hora de la ceremonia religiosa, el rumor de las charlas de unos y los gritos de los pequeños obligó a cerrar las puertas del templo porque los fieles apenas podían seguir el sermón del obispo, que durante algo más de una hora glosó la figura del legendario caballero que salvó a un pueblo de la tiranía de un fiero dragón y que es el patrón de esta pequeña localidad josepina y de tantos otras poblaciones y regiones.
La solemne misa finalizó con el repicar de la campana de la capilla jordiera, preludio de la procesión que se iniciaría al cabo de unos minutos. La de Sant Jordi encabezó un desfile formado una quincena de imágenes, llevadas a hombros por los obreros de la parroquia, algunas autoridades, la Colla de Sant Jordi y una nutrida representación del Grupo de Danzas de Logroño. Los representantes riojanos, acompañados por el sonido de un clarinete, un tambor y una legión de castañuelas, lucieron unos trajes regionales muy vistosos pero que quizás no eran idóneos para las altas temperaturas del día, especialmente por las medias de punto que cubrían las piernas de todos sus miembros, tanto mujeres como hombres.
Tras ello, sobre las 13.00 horas, arrancó una caravana de nueve carros, dos ponis y 13 jinetes que dio dos vueltas a un recorrido similar al de la procesión de las imágenes.
La atención se trasladó entonces a la plaza, donde tendría lugar la exhibición de bailes tradicionales a cargo de la agrupación local y la invitada. Antes de las actuaciones, los puestos de artesanos se llenaron de gente para obtener los libros y las rosas que la tradición señala, habiendo también algunos puestos dedicados a artesanías variadas y a la solidaridad con Mans Unides y Médicos Sin Fronteras. Asimismo, los más pequeños arrastraban a sus padres hasta los puestos de gofres y dulce de algodón, para después derrochar energía en los hinchables, tiovivos y otras atracciones que rodean la plaza. En cambio, decenas de adultos, autoridades incluidas, aprovecharon la espera para tomarse una caña en la barra de la Comisión de Fiestas hasta que llegó el vino, las orelletes y flaons. Finalmente, pasadas las 13.30 horas, la agrupación riojana abría la actuación con las danzas típicas de su tierra, precediendo al ball pagès de la Colla de Sant Jordi.
Por la noche, estaba previsto a partir de las 21.30 horas el concierto de Moonshine Band y Projecte Mut, con un correfocs a cargo de Dimonis els Mals Esperits durante el intermedio.
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