Casi imposible acceder en silla de ruedas al cuartel de la Policía local de Sant Jordi y para desplazarse hasta el instituto Algarb hay que ir sorteando obstáculos. Así lo comprobaron ayer los estudiantes Erasmus del proyecto CITIES en el que participan alumnos del IES Algarb que demostraron en silla de ruedas la accesibilidad del núcleo rural. Acompañados de la profesora Esther Pol, divididos en seis grupos, cada uno formado por cinco alumnos de los países integrantes, Alemania, Noruega, Holanda, Polonia y España, se desplazaron a diferentes sitios públicos, como la farmacia, el supermercado, el centro de salud o la Policía Local para comprobar las barreras arquitectónicas cuando se tiene limitada la movilidad.
Los alumnos, que se turnaban en la silla de ruedas, salieron desde la plaza de Sant Jordi haciendo diferentes recorridos para llegar hasta su destino final, el instituto. En este encuentro, el segundo del proyecto, estudian cómo están las ciudades en el momento actual desde diferentes perspectivas: el medio ambiente, la economía, el trabajo, los medios de transporte, la edificación o la accesibilidad, como la actividad celebrada ayer.
«Queremos que vean las dificultades, que analicen la situación actual, si hay rampas o si éstas tienen la pendiente adecuada. Que vean la adaptación de Sant Jordi para personas con sillas de ruedas», dijo Aurelio Francés, profesor del de Educación Física del IES Algarb y coordinador del proyecto CITIES. Aseguró que «ha mejorado bastante, hay varios pasos de peatones adaptados, han pintado varias zonas de aparcamiento, hay más rampas, pero hay cosas que no, como la Policía Local que tiene escalones y en el supermercado no hay carritos para personas en sillas de ruedas». Otro de los inconvenientes es el acceso al instituto que «está lleno de agujeros, calles sin terminar, farolas en mitad de una acera. El núcleo central ha ido mejorando pero no los alrededores». También hay dificultad de accesibilidad en el centro. «Los baños no están adaptados. Si el ascensor se rompe, cómo se baja a una persona en silla de ruedas a la calle», se pregunta.
En actividad, al grupo encabezado por Marta Marí, alumna de Bachillerato del Algarb, le tocó entrar por el supermercado. «No hay espacio y es difícil maniobrar», apuntó. El grupo de Juan Marí, en cambio, se dirigió a la oficina de la Policía Local en el que se encontró con otras de las barreras, unas escaleras para acceder a las dependencias municipales.
La barrera del idioma ha sido, sin embargo, apenas imperceptible para este grupo de estudiantes. «Lo estamos pasando muy bien. Mi chica de intercambio, Kiara, es la mejor», asegura una entusiasmada Marta Marí acerca de esta experiencia. Una opinión que comparte Juan de Niklas, al que conoció en el primer encuentro en Alemania, en la ciudad de Rees, y que ahora han vuelto a reencontrarse en Eivissa. «La experiencia está siendo muy divertida. Ellos pensaban que Eivissa sólo era un lugar de ocio nocturno pero lo que estamos haciendo es enseñarles los sitios que tiene para que vean lo maravillosa que es la isla», apunta Juan. De hecho, Eline, estudiante noruega, destacaba «el agua turquesa de las playas y Dalt Vila».
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