Los proyectos de reforma de infraestructuras públicas están copando buena parte de la actualidad insular durante las últimas semanas. El derribo del edificio de es Martell, en el puerto de Vila, y la rehabilitación de la travesía de Jesús y la carretera de Sant Joan son algunas de las obras más importantes que se están desarrollando en la isla y que están generando controversia a nivel político y molestias entre vecinos y comerciantes. Los retrasos que acumulan la mayoría de proyectos –ahora el de Jesús está en boga, pero otros fundamentales como la interconexión de las desaladoras de la isla o la construcción de un nuevo emisario en Talamanca ni siquiera han comenzado– enerva a una población que sufre verano tras verano escasez de recursos básicos, como agua potable en sus casas, o infraestructuras obsoletas y ruinosas.

Los nuevos gobernantes piden paciencia y comprensión a los ciudadanos, ahora que se han topado con la cruda realidad de una burocracia lentay de tramitaciones interminables dependientes de otras instancias que escapan a su control. Como sucede en el puerto de Eivissa, donde los comerciantes dan por hecho que la reforma de es Martell no estará lista para el inicio de la temporada. Una de las noticias más importantes de la semana ha sido la desestimación por parte del juzgado del recurso presentado contra la adjudicación del servicio de limpieza del municipio de Vila, que da luz verde a la implantación de la nueva concesionaria, Valoriza. Después de años de prórrogas a la anterior contrata (Cespa-Ferrovial), la filial de Sacyr tiene seis meses para desplegarse en el municipio y plasmar las mejoras que necesita el servicio. El Ayuntamiento espera que para el mes de junio comiencen a notarse los primeros cambios en la ciudad.

En Formentera las fuerzas de seguridad llevaron a cabo el martes otro tipo de ‘limpieza’ después de hallar –gracias a la denuncia de un vecino– más de 80 kilos de cocaína sumergida en el mar y escondida en sacos de boxeo.

Esta también ha resultado la semana previa al inicio oficial de la Semana Santa, una festividad que pasará de puntillas por la isla, entre otras cosas porque los precios para pasar unas vacaciones en Eivissa son inasumibles para buena parte del turismo nacional