Ángela García, ayer en la sede de Manos Unidas. | Toni Escobar

«Que la gente sepa que todo lo que se da, llega; lo que no llega es lo que no se da». Así de contundente se expresó ayer Ángela García, la misionera que lleva más de treinta años en Beleko, una ciudad al sur de Mali. En el país africano, la monja de la congregación de María Inmaculada asegura que «Manos Unidas nos ha ayudado en colegios, residencias, centros de la promoción de la mujer y en momentos difíciles de hambre, como una plaga de langosta, dos golpes de estado y una guerra. Manos Unidas siempre está detrás de aquel que lo necesita y siempre se presenta para ayudar».

La hermana Ángela García señaló que el día a día «está un poquito mejor, pero no está bien porque hay grupos terroristas que están sembrando el pánico en el pueblo». Para García, las carencias más destacables del país africano son «la falta de alimento, medios sanitarios, colegios, agua, luz, teléfono, carreteras... falta de todo. Pero la gente vive muy feliz porque se adapta y acepta lo que le ha tocado vivir».

La encargada de presentar en Eivissa la campaña de Manos Unidas ‘Plántale cara al hambre' señaló que en Mali «tenemos problemas para darle leche a los niños y también es una necesidad muy grande que las niñas puedan formarse como personas, porque en África está marginada». Ángela García explicó que los católicos no llegan al 2% de la población maliense, que es mayoritariamente musulmana. «No tenemos peligro porque la gente es adorable, los musulmanes son extraordinarios. Los que están haciendo el mal son estos grupos que actúan en nombre del Islam, pero no son musulmanes. Son gente a los que les han hecho un lavado de cerebro y les han dicho que si matan van al cielo. No sé qué dios les ha dicho eso, pero el Corán no lo dice», aseguró García.

Otra de las labores que realiza García y sus compañeras es la de cuidar a los recién nacidos cuyas madres han fallecido en el parto, «ya que en África se les considera malditos y las familias no los quieren».

El último proyecto que Manos Unidos ha financiado a la congregación de Ángela García ha sido la compra de una todoterreno–ambulancia, «porque tenemos un dispensario y poder trasladar a los enfermos a 80 kilómetros».