La exposición de Vicent ‘Botja’ tiene una parte sentimental al haber tenido la ocasión de «reinaugurar» la que fuera la casa de sus abuelos maternos. | Daniel Espinosa

Natures d'ara, al·legories d'abans es el título de la primera exposición de dibujos al pastel y carboncillo con la que Vicent Marí Tur, Bojta, nos ha sorprendido. El autor del exitoso libro Dones de pagesa: els treballs i els dies, en 2010, y de Patrimonio Personal. Relatos desde el Puig des Molins (Balàfia Postals), en 2011, muestra ahora su faceta más artística al compartir sus dibujos.

Y por lo que respecta a las diferencias en lo que le aporta cada uno de estos tipos de expresión del arte, asegura Marí Tur, que «la tensión que me crea escribir, me lo devuelve en modo de relajación la pintura y de este modo, se crea un cierto equilibrio que considero bueno».

Sin embargo, según él mismo explica en el elaborado tríptico de su muestra, su afición por la pintura le viene desde niño. «En la escuela animaba dictados y redacciones con florituras varias, tal vez llevado por un despertado deseo de que la policromía insuflara nueva vida a la palabra escrita. No podía imaginar que, pasado tanto tiempo, aquel juego iba a rebrotar».

Aunque puede, como el autor reconoce, que el calor que recibió en la inauguración de su exposición de dibujos anduviera más relacionado con el cariño cultivado en sus dos obras literarias anteriores, pues fueron alrededor de 500 personas las que se acercaron hasta Can Jeroni para mostrarle su apoyo. Eso y, tal y como se escuchó comentar por la sala aquel día, «un gran poder de convocatoria». Para el autor fue «una acogida inesperada por lo numerosa y cálida. Estaba preparado para que la obra pudiera pinchar o agradar más o menos», pero no fue el caso. «Más que que gustara o no, lo que sentí fue el cariño de la gente porque en palabras de la escritora Pepita Escandell, aquí acudieron pagesos y senyors», bromea el responsable de la exposición.

Comunicar

En cuanto a los motivos que le llevan a Marí Tur a esta muestra, «un deseo de compartir, de comunicarme, por atrevimiento tal vez, –virtud o defecto, a la vista–», confiesa.

Para Vicent Botja, «ha sido muy emocionante que esta primera exposición haya sido en mi pueblo, haber sido invitado por el Ayuntamiento de Sant Josep, al que le estoy muy agradecido, en especial al área de cultura, y que haya sido en la reinaguración de la que fuera la casa de mis abuelos maternos donde han vivido mi madre y mi tía. Toda esta aventura tiene una parte sentimental».

En lo referido a la obra, desarrollada desde que hace unos años acude al estudio de su maestro Adrián Rosa, se puede resumir en dos cuadros: Tres Sacramentos, que representa la fuerte influencia religiosa a través de la familia o la escuela que ha vivido el autor y de lo que no pretende desembarazarse, «ni mucho menos» y el dibujo que muestra a la diosa Tanit con una emprendada y donde Vicent Marí Tur ha querido «juntar dos joyas ibicencas, la de nuestra arqueología y la de la tradición».

La muestra se divide en dos partes. Una de al·legories pintadas en Alemania en la que su autor ha tomado temas de la tradición ibicenca, costumbrismo o indumentaria, tratando de aportar originalidad. De ahí que se pueda ver, entre otros, el dibujo de un chaleco con abotonadura de plata, prenda que llevaban los hombres antiguamente, representada sobre un torso desnudo. Las obras se acompañan de una leyenda, una pequeña historia. «En este caso a través de poemas de Villangómez», señala Marí Tur.

Mientras la segunda parte de la exposición está compuesta por natures: bodegones y flores. Donde Botja ha tratado de «aportar mucha sencillez y jugar con el color, la luz y la sombra»