—Lo suyo si que es el ejemplo de un grupo marcado por una canción...
—Pues la verdad que sí. Después de estar cantando toda la vida (las mellizas Vicky y Luisi nacieron en 1958 y su hermana Susi en 1963) llegó un promotor, nos propuso hacer Eres un enfermo, y pasamos a ser conocidas en toda España.
—Ese tema fue un bombazo. ¿Cómo recuerdan aquellos días?
—Bueno fue todo muy rápido. Pasamos del todo a la nada, la gente nos paraba por la calle, salíamos en los programas, en los telediarios y todos el mundo se hacía fotos con nosotras. Y todo con un tema que ya tenía historia, puesto que ya la había cantado en México una cantante muy guapa sin mucho éxito.
—¿Entonces cual fue el secreto de su Eres un enfermo?
—No sabría decirle. Tal vez la imagen que proyectábamos, la de tres señoras, tres amas de casa, que no tenían miedo ni pudor a cantar y bailar.
—Vamos, tres mujeres que nos hacen ver que no hay que tomarse la vida tan en serio...
—Por supuesto. Tenemos que aprender a reirnos de nosotros mismos y a disfrutar de la vida. No hay nada de malo en estar un poco gorda o en cumplir años... El sentido del humor es fundamental para ser mucho más felices.
—Lo cierto es que esa imagen parece que les acompañará siempre. Sinceramente, ¿les benefició o les perjudicó?
—Nunca se sabe, pero lo cierto es que desde entonces sólo se nos conoce por nuestra imagen. La gente se piensa que somos un producto del marketing cuando es todo lo contrario, somos unas currantes de la música.
—Si porque menuda trayectoria y curriculum tienen ustedes... una pena que mucha gente la desconozca.
—(risas) La verdad que sí. Cada una llevamos muchos años cantando por España. Figurese, yo tengo 53 años y como mis hermanas Vicky y Luis empecé en pequeñas orquestas que tocan por los pueblos. Mis hermanas en la orquesta Jerusalem y yo en Dragos. Luego, hemos hecho coros con muchos artistas y estuvimos dos años en el Festival de Benidorm. Ya le digo, muchos kilómetros rodando en furgonetas y muchas canciones a nuestras espaldas para que sólo se nos conozca como unas marujas que salen a un escenario.
—Y ahora que son Las supremas de Móstoles, ¿se han encontrado con gente que las ha reconocido de sus tiempos en las orquestas?
—En muchas ocasiones. Y ha sido increíble. Que alguien esté en el concierto y se te acerque cuando termina la actuación para decirte que se acuerda de cuando estuviste en su pueblo hace varias décadas no tiene precio.
—Lo cierto es que han llevado el nombre de Móstoles por toda España. ¿Cuando les harán hijas predilectas de la ciudad?
—(risas). Pues no lo se. Ya dimos el pregón de las fiestas en 2005 y cuando las autoridades quieran aquí estamos dispuestas. No, en serio, aunque nacimos en Madrid vivimos en Móstoles, lo llevamos por bandera y los distintos equipos de Gobierno saben que siempre pueden contar con nosotras para lo que quieran.
—Entonces, vendame Móstoles...
—(risas) Sin problemas. Es una ciudad dormitorio acogedora, llena de personas sencillas y trabajadoras, donde se vive sin agobios y en la que hay de todo para no tener que bajar a Madrid para nada. !Ah! y es preciosa. ¡Señores de Eivissa vengan a Móstoles, les recibiremos con los brazos abiertos y no se arrepentirán!
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