Mateu Morro en una imagen de archivo.

Mateu Morro (Santa María del Cami, Mallorca, 1956) presenta hoy en Can Ventosa su libro Fora botiflers, fora galls! La Guerra de Successió a les Illes Balears durante la tercera jornada del XLI Curs Eivissenc de Cultura del Institut d'Estudis Eivissencs. Experto en la toponimia antigua en lengua catalana, el mundo campesino y la historia moderna y contemporánea de España, Morro es un prolífico escritor con casi una decena de obras. También fue secretario general del Partido Socialista de Mallorca de 1985 a 2002, diputado en 1995, alcalde de Santa María del Camí entre 1990 y 2001, conseller de Agricultura de 2000 a 2003 y coordinador de Unió de Pagesos de Mallorca hasta 2013.

—¿Por qué ‘Fora botiflers, fora galls'?
—Porque era una expresión muy común de los habitantes de la Ciutat de Mallorca, actual Palma, en 1706 cuando se firmó en el barco Prince George la capitulación de los franceses ante la flota anglo-holandesa del almirante Leake. Según los cronistas se gritaba «viva Carlos III», rey de los Austrias y legítimo heredero, «¡fuera traidores, fuera gallos!», en alusión a los franceses y a Felipe de Anjou, aspirante Borbón.

—¿Entonces no queríamos a los borbones?
—No. Nos sentíamos identificados con los Austrias porque nos daban mayores libertades. Gracias a ellos, el Reino de Mallorca, integrado en la Corona de Aragón, disfrutaba de un modelo de Estado representativo, que era de los más innovadores de la época. Digamos por tanto, que en Balears había, dentro de unos límites, bastante indepencia.

—¿En qué sentido?
—Teníamos un Estado confederal más que autonómico. Por ejemplo, teníamos instituciones propias fundadas desde el siglo XIII a partir de la tradición pacifista del Derecho Público catalán como el Gran i General Consell, els Jurats de la Ciutat i el Regne de Mallorca o el Sindicat de la Part Forana. Gracias a ellas, no dependíamos de la voluntad del soberano.

—Y todo desapareció con Felipe V...
—Se perdió cuando el ejército hispano-francés del Caballero de Asfeld ocupó Mallorca y Eivissa en julio de 1715. Su llegada supuso la destrucción por la fuerza de las instituciones y las leyes que regían el Reino de Mallorca y el sometimiento a un poder absolutista y militarista basado en un modelo exportado de la monarquía francesa de Luis XIV.

—¿Tan importante fue el cambio?
—Fue uno de los momentos más tristes de nuestra historia. Pasamos de ser libres a tener la presencia permanente de un ejército y a estar condenados a un centralismo con una fuerte presión fiscal que ahogó nuestra economía durante siglos.

—¿También hubo una fuerte represión?
—Exactamente. Pagamos con creces haber apoyado al bando perdedor de los Austrias. Además, sufrimos un importante retroceso cultural y social con al famoso Decreto de Nueva Planta.

—¿Qué supuso esto para Balears?
—Un cambio total. Fue la expresión normativa del Derecho de Conquista que usó el nuevo rey para suprimir nuestras instituciones e imponer un régimen absolutista. Además, el ejército tenía licencia para acabar como quisiera con nuestro sistema institucional y borrar cualquier rastro de libertades en el Reino de Mallorca. Por ejemplo, uno de sus principales objetivos desde el primer día fue imponer el castellano a la fuerza.

—¿Todo esto es lo que se reivindica ahora, 300 años después, en Cataluña?
—Pienso que sí. Se intentan recuperar las libertades perdidas en julio de 1715.

—¿Cree que todo esto se conoce lo suficiente en Balears?
—Menos de lo recomendable. Creo, humildemente, que los baleares saben poco de su historia y esto no es casualidad. Por ejemplo, me llama la atención especialmente que no se haya difundido lo suficiente en nuestras islas la importancia de este tricentenario.

—Para eso afortunadamente están libros como el suyo...
—[risas]. Gracias. Bueno, nuestra intención era contar lo que pasó con un lenguaje atractivo, cercano a los jóvenes, y sin muchas páginas para que no resulte un tocho infumable. En definitiva, que resultara divertido, fácil de leer y que llegara al mayor número de personas posibles, de todos los ámbitos de la sociedad. Y es que soy de los que cree firmemente que si no sabemos de dónde venimos, jamás sabremos hacia dónde vamos.