La nueva presidenta de la delegación de Manos Unidas de Eivissa, Josefa Ribas Tur (1962) es de la bahía de Sant Antoni, de Can Xicu Grao. Su vinculación con Manos Unidas es desde hace más de diez años y, además, por razones familiares, -tiene dos tíos misioneros- siempre ha estado muy concienciada con la ayuda al Tercer Mundo. La entrevista es en la sede de Manos Unidas con la presencia de su antecesora, Paca Marí, que en algún momento interviene en la entrevista. De hecho, una risueña Pepa Ribas sólo tiene palabras de agradecimiento para Paca Marí y a todo el equipo de «mujeres» de Manos Unidas, como se refiere a las voluntarias.

—¿Por qué decidió asumir la presidencia de Manos Unidas?

—No supe negarme cuando me lo dijeron. Hasta ahora, las cosas que he hecho en Manos Unidas eran de un ámbito más privado y no venía tanto por aquí. Me sorprendió mucho porque la gente que hay en la delegación es muy trabajadora. No supe decir que no y pensé que si me lo preguntaban era porque me necesitaban. Llevaba un tiempo cansada de la empresa y pensé que era una buena ocasión.

—¿Tenía experiencia?

—En el mundo de las misiones sí, porque tengo familiares que han sido misioneros. También he estado en delegación de misiones en contacto con los misioneros ibicencos. No me es ajeno, pero sí el trabajo de oficina.

—Entonces sí conoce el trabajo de Manos Unidas.

—Sé cuántas diferencias hay. Estamos muy bien aunque pensamos que no estamos tan bien como hace unos años. No es justo decir que estamos mal.

—Habrá quién piense por qué se ayuda fuera, si en España hay mucha gente que pasa penurias económicas.

—En este país tenemos a Cáritas y podemos ayudar en todos los campos. Siempre conocemos a gente que hace cosas en Cáritas y a lo mejor es algo temporal, luego cambian las circunstancias y vas a otro lugar. En Cáritas he hecho cosas puntuales. Cuando es una necesidad no se mira dónde procede.

Comentaba que ha tenido misioneros en familia.

—Sí, dos hermanos de mi madre. Ellos fueron un poco los ‘culpables'. Decían que uno lo pasa mal cuando hay una necesidad y no puedes acudir a ella. Entendía eso y no me costaba ponerme en ese lugar. Siempre tenemos que pensar eso. Igual que a los niños pequeños siempre les decimos que tienen que compartir, pues se trata de eso.

—¿Qué les ha dicho sus tíos misioneros?

—Ellos lo veían quizás más que yo. No me han dado ningún consejo, les pido a mis compañeras de Manos Unidas pero tienen mucho trabajo. Todo se andará.

—¿Qué actuaciones tiene previsto realizar?

—Empezamos ahora un proyecto nuevo. Con la última comida solidaria en Santa Eulària acabamos de cubrir el último proyecto que teníamos en Haití. A partir de ahora las actuaciones que haremos será a favor de un proyecto en Mauritania. Es un proyecto muy completo y ambicioso. Mis compañeras habrán dicho que ahora que la delegada debe venir llena de fuerzas y ganas vamos a buscar un proyecto bien grande y completo. Necesitaremos 79.000 euros para población desfavorecida.

—¿Ese dinero se ha de recaudar en Eivissa?

—Sí, pero como en Manos Unidas estamos acostumbrados a unas campañas como estas, estará muy pronto.

—¿No es una cantidad muy elevada?

—Es cierto que es una cantidad muy elevada pero es verdad que la gente responde muy bien. Es el trabajo de todas estas mujeres que han estado aquí todos estos años, pero también somos conscientes de que los que tenemos somos un poco responsables de los que no tienen. En Eivissa y Formentera, con las comidas solidarias o los encuentros de gente del pueblo con rifas y sorteos somos conscientes de que la unión hace la fuerza.

—¿Es solidario el pueblo ibicenco?

—Sí, se ha volcado en las campañas.

—Además de Manos Unidas, ¿ha estado en alguna otra ONG?

—Antes no, pero sí que he estado en una pequeña ONG que promovieron desde la delegación de Misiones para cuidar un poco de los misioneros ibicencos. En ese momento mis tíos ya no estaban, pero eso hace que conozcas a la gente de aquí y a la que están en otros países.

—¿Hay alguna campaña en la que considera que sea necesario intervenir?

—Quizás me habla de Nepal. Estamos haciendo algo, pero no tan directo porque en Nepal no tenemos una ONG a la que nos podamos dirigir, pero sí que se ayuda a través de una en el norte de la India que ha quedado afectada por el terremoto. Como se trata de un equipo sanitario puede moverse por la zona afectada.

—¿Qué destacaría de la labor de su antecesora Paca Marí?

—¡Ay! Es una mujer muy capaz y generosa, con un equipo familiar muy impresionante y también en Manos Unidas se la ha arropado mucho. La veo con mucha capacidad de trabajo y generosidad. Me asusta un poco todo lo que saben hacer todas estas mujeres de Manos Unidas. Hay varias profesoras que ya no están en activo que siguen colaborando con material educativo. Manos Unidas tiene mucho material educativo, de formación y educación en valores para concienciar de las diferencias que vemos en este mundo.

—¿Le preocupa estas diferencias, como aún hay muchas desigualdades entre la población?

—Las desigualdades siguen estando pero también se están dando pequeños pasos. Tenemos que ir viendo los pequeños logros que se hacen. Nos llega información de los proyectos acabados que suponen una mejora en la vida de alguien, como uno que hemos hecho en Perú a través del Fons Pitiús.

—¿Qué consejo le dio Paca Marí al ser nombrada presidenta?

—Me quejaba de que sólo me empujaban (risas) y ella me dijo que todo el mundo te facilita las cosas y que no me asustara.

—(Interviene Paca Marí) Lo que nos cuesta mucho a todas es hablar en público pero yo le digo que invoque al Espíritu Santo, respire hondo y algo saldrá. Hay que agradecer que las gente es muy solidaria y aquí es como una familia. Dios siempre ayuda, ya sabemos que no son profesionales. Hay limitaciones pero hay que aceptarlas.

—¿Cómo ha sido la trayectoria de Manos Unidas en Eivissa estos últimos años ?

—Imparable estos últimos años. Con Paca a la cabeza se ha hecho mucho trabajo.

—¿En qué tipo de actos se involucra más la gente de Eivissa?

—En las actividades de cada parroquia y las comidas solidarias que a veces son unos cuantos días. También se hacen otras actividades como festivales en los que los niños y padres participan.

—(Paca Marí) Para el verano se hacen cenas a la fresca, como en Santa Gertrudis y en Sant Mateu, que han tenido mucho éxito. A veces hay gente que no entiende que para las campañas contra el hambre se organicen comidas, pero son populares y la gente aporta todo el material, son sencillas y todos son voluntarios. Las gente que va está concienciada. Los gastos son mínimos porque te lo regalan casi todo. También hay que agradecer a las empresas la colaboración desinteresada que han tenido siempre con Manos Unidas.

—¿Son solidarios los políticos ibicencos?

—Seguramente habrá de todo como en botica, pero la verdad es que sí. Los ayuntamientos y el Consell d'Eivissa colaboran mucho.

—¿Ha tenido la oportunidad de visitar algunos de los lugares en los que se desarrollan proyectos de Manos Unidas?

—Fui a la India para conocer un proyecto hace diez años. Supongo que si no hubiera tenido a mis tíos y la información que sabía, hubiera sido un shock porque los lugares y los proyectos que vivimos eran muy impactantes. Las necesidades de cooperar y conocer esas diferencias las llevaba cuando fui de viaje. Si no hubiera ido me habría costado creerme lo que todavía sucede.

—¿Qué lugar de la India visitó?

—Calcuta. Para mí es el lugar más duro. Ves zonas en los campos que no tienen infraestructuras ni nada, pero el entorno de miseria de las ciudades suele ser peor.

—¿Sus tíos estuvieron de misioneros en la India?

—No, ellos estuvieron en Perú y Honduras, pero mi hermana ha estado en Perú y ella me comentaba que por la Sierra Andina les cantaban canciones los niños para que les dieran algo. Parece que nos queda un poco lejos, pero está sólo a unas horas de vuelo de nuestro país. Sigue habiendo lepra, unos problemas sanitarios y de alimentación muy importantes y tenemos que trabajar mucho para ayudarles.